Hacen fiesta de cuadra en el vecindario de Blake para sanar en medio del caos en Kenosha

Vecinos, activistas y familiares de Jacob Blake participaron en la fiesta comunitaria.

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Ashlee Rezin Garcia/Sun-Times

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KENOSHA, Wis. - La actitud de la multitud que esperaba la visita del Presidente Donald Trump el martes fue, en gran parte, un reflejo del clima político estadounidense durante los últimos cuatro años: había ruido, enojo, amargura y división

Pero en la calle donde Jacob Blake recibió un disparo en la espalda de un oficial de policía de Kenosha hace apenas una semana, había una fiesta, ruidosa, pero enfocada en sanar.

“Estamos tratando de sacar algo bueno de esto”, dijo Anthony Garden, untando BBQ sobre unas costillas en una parrilla instalada fuera del complejo de apartamentos de Blake, cerca de la calle 40 y la avenida 28.

Cientos de vecinos, activistas y familiares de Blake participaron en la fiesta comunitaria que hizo que el vecindario se pareciera más a una reunión de fin de semana festivo que el epicentro actual del último enfrentamiento contra la violencia policial y el racismo en el país.

En cambio, los niños saltaban y jugaban, la música resonaba y los residentes compartían botellas de agua, bocadillos y cubrebocas. Los organizadores también prepararon mesas para que algunas personas pudieran registrarse para votar e incluso también tuvieran la posibilidad de hacerse la prueba del COVID-19.

La organizadora Tanya McLean dijo que estaban brindando los servicios que se les han negado a las comunidades negras durante generaciones.

“Todavía no tenemos el cuidado, la seguridad y el apoyo que todos necesitamos”, dijo McLean, denunciando “el lenguaje de odio y miedo que Trump y otros como él usan para dividirnos”.

Craig Young, un nativo de Chicago que vive a pocas cuadras de donde le dispararon a Blake, dijo que “Trump debería haberse quedado donde estaba. Pero es bueno ver a la gente tomar una tragedia y convertirla en algo fructífero. Es triste que tuviera que suceder de esta manera”.

“La gente se está recuperando aquí”, dijo Joaquin Gomez, nacido y criado en Kenosha.

Pero en otras partes de la ciudad y en toda la región, tanto partidarios como opositores de Trump estaban ocupados en expresar sus sentimientos y, a menudo, compitiendo por ver quién hacía más ruido.

A su llegada al Aeropuerto Nacional de Waukegan al otro lado de la frontera estatal, la caravana de Trump fue recibida por personas con carteles, algunos con su nombre alegremente, otros declarando “Black Lives Matter” y otros, simplemente etiquetando al presidente como “Mentiroso”.

Otros optaron por renunciar por completo a los carteles y sólo levantaban el dedo del medio de su mano.

En Kenosha, la plaza central de la ciudad, que ha sido el centro de fuertes protestas y derramamiento de sangre, estuvo mayormente tranquila durante la tarde mientras Trump recorría las calles a unas cuadras de distancia, para inspeccionar las áreas dañadas.

Los miembros de la Guardia Nacional vigilaron afuera del Palacio de Justicia del Condado de Kenosha, mientras un avión sobrevolaba un cartel que decía: “Rechaza la violencia de Trump. Vota para sacarlo”.

Dos grupos de manifestantes finalmente quedaron frente a frente, con alrededor de 100 personas ondeando banderas de Trump y gritando “todas las vidas importan” en respuesta a una multitud del otro lado que duplicaba su tamaño y que coreaba “Black Lives Matter”.

El discurso pasó de ahí a los insultos mutuos, desde “marxistas” y “comunistas” a “racistas” y “Karens” (que es un término peyorativo en inglés que se utiliza para describir a una mujer blanca autoritaria).

Algunos partidarios de Trump también exigían la liberación de Kyle Rittenhouse, el joven de 17 años acusado de matar a dos manifestantes durante una noche caótica la semana pasada. Trump se ha negado a denunciar las acciones del adolescente originario de Antioch, Illinois.

Steven Fani, de 51 años, dijo que trajo a su familia con él para agradecer al presidente.

“Fue desmoralizador y aterrador ver todos los saqueos y disturbios que ocurrían a mi alrededor”, dijo este residente de Kenosha. “Nunca pensé que vería ese tipo de destrucción en mi vida aquí en Estados Unidos. Espero que se vea la devastación y eso ayude a las empresas y a las personas afectadas por los disturbios”.

Fani dijo que quería conocer “todos los hechos primero” antes de decidir si el tiroteo de la policía contra Blake estaba justificado.

Pero Shamell Green, residente de Kenosha de 18 años, dijo que la visita de Trump sólo trajo “brutalidad y caos”.

Green chocó repetidamente con los partidarios de Trump, preguntando cómo podían respaldar a una persona tan “divisoria”.

“Durante años ha avivado las llamas donde no había necesidad”, dijo Green. “Él separa a los niños de las familias migrantes, bromeó sobre agredir [sexualmente] a mujeres y ahora está defendiendo a un adolescente que cruzó las fronteras estatales y terminó matando a dos personas aquí”.

Como ha sucedido todos los días desde el tiroteo protagonizado por el joven Rittenhouse, las protestas fueron pacíficas, ya que la multitud en el centro se redujo a cien personas desde las 4 p.m.

El momento más tenso llegó cuando un hombre que vestía ropa de los “Proud Boys” se acercó a los manifestantes que quedaban de Black Lives Matter; la Liga Antidifamación califica a ese grupo como extremista de derecha, cuya actividad ha atraído a supremacistas blancos.

Los manifestantes le gritaron al hombre y lo persiguieron hasta una gasolinera cercana, atrayendo a una docena de patrullas de la policía que hasta ese momento habían estado notoriamente ausentes de todas las manifestaciones.

Después de un breve pero tenso enfrentamiento a gritos con la policía, los manifestantes regresaron a la plaza de la ciudad mientras los oficiales escoltaban al presunto “Proud Boy”.

Manny Ramos es reportero de ‘Report for America’, un programa de periodismo sin fines de lucro que tiene como objetivo reforzar la cobertura del Sun-Times sobre los problemas que afectan a los vecindarios del sur y oeste de Chicago.

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