Fallece elotero de Rogers Park, Felipe Vallarta, de COVID-19

El Sr. Vallarta siempre encontraba tiempo para ser padre de tres generaciones de su familia.

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Felipe Vallarta, 58, an elotero, serves corn from his Rogers Park stand in 2018.

Felipe Vallarta, de 60 años, era un elotero quien servía maíz desde su puesto en la intersección de Clark y Rogers en Rogers Park en 2018.

Ashlee Rezin/Sun-Times

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El elotero favorito de Rogers Park, Felipe Vallarta, de 60 años, murió de COVID-19.

Vallarta había estado en coma inducido en el Hospital NorthShore Glenbrook en Glenview desde el 25 de abril. Lo desconectaron del ventilador alrededor de las 10 a.m. del viernes.

Vallarta nació y se crió al norte de la Ciudad de México y se mudó a los Estados Unidos en 1995.

Desde 2015, Vallarta y su esposa Zenaida Castillo, de 73 años, tenían un puesto de elotes en la intersección de Rogers Avenue y Clark Street que se convirtió en un lugar popular del vecindario.

Cuando no estaba vendiendo o trabajando en el café 90 Mile Cuban Cafe, el Sr. Vallarta disfrutaba hacer carnes asadas y pasar su tiempo con la familia y amigos, dijo Castillo.

“El día que supe que lo amaba fue el 10 de abril de 1986, mi cumpleaños”, dijo Castillo. “Me sorprendió con una docena de rosas en mi puerta”.

Vallarta pudo hablar por última vez el 25 de abril, el día en que entró en un coma médicamente inducido.

“Lo último que me dijo fue que nunca me dejaría sola. La promesa era que iba a despertar”, dijo la nieta de Vallarta, Jany Andrade, de 21 años.

A pesar de trabajar en la mañana en el restaurante y un turno de 3 p.m. a 9 p.m. en el puesto de elotes, Vallarta siempre encontraba tiempo para ser padre de tres generaciones de su familia.

“Nunca tuve una figura paterna en mi vida”, dijo Andrade. “Mi padre biológico nunca estuvo en mi vida, así que él (Vallarta) asumió ese papel desde que nací. Así que siempre lo he llamado papá. Siempre me ha llamado su hija”.

Andrade dijo que Vallarta le enseñó a andar en bicicleta y manejar, le compró su primer iPod y teléfono y le recordaba que se comiera sus verduras.

En una llamada de Zoom antes de la muerte de su abuelo, Andrade le tocó la canción “Hermoso Cariño” de su artista favorito, Vicente Fernández.

Uno de los últimos deseos del Sr. Vallarta fue que su cuerpo regresara a México. Andrade dijo que su abuela está en proceso de hacer los arreglos.

“Cuando tenía unos 13 años, me dijo: “Si alguna vez muriera, no te voy a dejar nada. Necesito que aprendas a empezar desde abajo y a edificarte. Se independiente. No dependas de un hombre”.

Otra nieta, Ángeles Andrade, de 26 años, vivió con Castillo y el Vallarta durante cuatro años. Vallarta ayudó a criar a su bisnieta de cinco años mientras su madre trabajaba turnos dobles.

“Cuando regresaba, fingían tener su propia banda de rock. Les gustaba cantar juntos”, dijo Ángeles Andrade. “La encontraba montándose arriba de él como un caballo”.

Jany Andrade espera que la gente recuerde la capacidad de su abuelo para transmitir alegría.

“Solo la alegría en los rostros de los clientes, se ponen felices cuando se comen su elote... Incluso en los momentos tristes o malos, siempre encontraba la manera de bromear. Me enseñó a amar”.

Al Sr. Vallarta le sobreviven su esposa, una hija, cuatro nietos y tres bisnietos.

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