A primera vista, Pan de Vida Fresh Market puede parecer un supermercado típico.
Tiene algunos toques locales, dada su ubicación en La Villita. Hay cerámica inspirada por la talavera. Y en la parte trasera, un colorido mural con una paloma y nopales.
Pero los productos, mostrados con buen gusto en cajas al estilo de mercado agrícola, no están a la venta, porque Pan de Vida no es una tienda de comestibles. Es una despensa.
Los compradores no tendrán que pagar ni un centavo, ni siquiera por las flores. Sí, tienen flores para repartir.
Pan de Vida lleva una docena de años funcionando en La Villita. Anteriormente, estaba operada por voluntarios en el sótano de la iglesia New Life Community Church.
Durante la pandemia, la organización sin fines de lucro New Life Centers se involucró, y Pan de Vida pasó de alimentar a docenas de personas cada semana a casi 10,000, repartiendo cajas de comida dos veces por semana al estilo drive-thru, dijo Matt DeMateo, pastor y director ejecutivo de New Life Centers.
El nuevo espacio dedicado a Pan de Vida, en un edificio de dos pisos en el 2701 al sur de la Avenida Lawndale, abrió el martes. El segundo piso se convertirá en un área donde los trabajadores sociales pueden conectar a los clientes con recursos. También habrá computadoras para que los niños aprendan habilidades digitales.
La despensa funcionará cinco días a la semana: de 8 a.m. a 12 p.m. los martes, jueves y viernes; de 3 p.m. a 6 p.m. los miércoles; y de 9 a.m. a 12 p.m. los sábados.
A los compradores—Pan de Vida los llama “clientes”— no se les entregará una caja de comida; pasarán por ella y elegirán lo que quieran.
“Va a ser como un supermercado”, dice Margarita Márquez, una clienta de Pan de Vida a quien se le dio un recorrido. “Van a ver qué es lo que realmente necesitan. Antes, lo que tenían era lo que te llevabas”.
Los toques de diseño interior de Pan de Vida son intencionales; los nopales del mural, por ejemplo, hacen referencia a México y a la resistencia de la comunidad, dijo DeMateo.
“Queríamos que fuera de alta calidad”, dijo DeMateo. “Si alguien viene con necesitad de una despensa, piensa en el sótano de una iglesia y en algunas latas, en un espacio que no está realmente lleno de dignidad”.

María Delgado lleva 10 años como voluntaria en New Life Centers.
Anthony Vazquez/Sun-Times
La Villita se vio muy afectada por el COVID-19 y el consiguiente desempleo. South Lawndale, que incluye La Villita, fue una de las zonas más afectadas de Chicago, según el Índice de Vulnerabilidad Comunitaria COVID-19 de la ciudad.
El pico de demanda de la pandemia ha pasado, pero Pan de Vida sigue atendiendo a miles de personas cada semana. La persistencia de las secuelas del COVID-19 es uno de los factores, pero también influyen otros.
Márquez, viuda y con dos hijos, menciona el aumento de los costos.
“La gasolina está muy cara ahora mismo”, dice Márquez. “El otro día puse casi $100”. Ir a Pan de Vida le ahorra unos $100 a la semana, dijo Márquez, dinero que puede gastar en el alquiler, las facturas y la ropa para sus hijas.

Cajas llenas de papas en el mercado de productos frescos Pan de Vida.
Anthony Vazquez/Sun-Times
Muchas de las familias que acuden a Pan de Vida son inmigrantes recientes de Centroamérica, dijo María Delgado, voluntaria desde hace 10 años, quien señaló lo difícil que pueden ser las cosas para ellos.
“Hay gente que tiene tres o cuatro personas en su familia y nadie más que el padre trabajando, y trabajando el salario mínimo en Chicago”, dijo Delgado. Sin acceso a los beneficios federales, viven de lo que ganan.
DeMateo dijo que la despensa no rechazará a nadie, pero su prioridad es el código postal 60623, que abarca La Villita y partes de Lawndale, y otros códigos postales cercanos.
Los que vienen de más lejos pueden conseguir lo que necesitan, pero también se les informa de una despensa de alimentos más cercana a su lugar de residencia.
Los clientes pueden esperar todo lo básico, incluyendo productos frescos (incluso aguacates, a veces); carne de res alimentada orgánicamente y pollos enteros; suministros para hornear; y artículos para el hogar, como champú y detergente.
Habrá límites en la cantidad de cada artículo que se puede llevar, pero la idea es que los compradores, que pueden venir una vez a la semana, obtengan lo suficiente para alimentar a una familia de tres a cinco personas, dijo Diana Franco, la coordinadora administrativa.
Los clientes deben registrarse para obtener una tarjeta del Greater Chicago Food Depository, que incluirá el nombre y la dirección del usuario. Franco dijo que Pan de Vida utilizará la información para saber cuántas personas son atendidas, y asegurarse de no servir al mismo hogar dos veces en una semana.
“A muchas personas que están pasando por un momento difícil, siempre les decimos, ‘aquí hay comida’”, dijo Márquez.
Michael Loria es reportero del Chicago Sun-Times a través de Report for America, un programa de periodismo sin fines de lucro que pretende reforzar la cobertura del periódico sobre las comunidades de los lados sur y oeste.