Meses antes de que llegaran autobuses con inmigrantes, los venezolanos en Chicago vieron las señales de una crisis humanitaria

Rafael Briceño Colmenares, quien llegó al área de Chicago a principios de este año, se encuentra entre los miles que han huido de su tierra natal sudamericana para poder sostener a sus familias.

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Rafael Briceño Colmenares arrived in the Chicago area in January from Venezuela. He faces a steep legal battle as he tries to seek asylum in the U.S. And his three children, wife and family remain in Venezuela.

Rafael Briceño Colmenares llegó al área de Chicago en enero de Venezuela. Enfrenta a una dura batalla legal mientras trata de buscar asilo en los EE.UU. Sus tres hijos, su esposa y familia permanecen en Venezuela.

Rich Hein/Sun-Times

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Cuando Rafael Briceño Colmenares llegó a Chicago en una gélida noche de enero, todo lo que llevaba con él era el número de teléfono de una mujer que nunca había conocido.

En su Venezuela natal, Colmenares trabajó como guardia de seguridad para el gobierno y luego enseñó música en una universidad. Llegó a tener dos casas para sus tres hijos y su esposa.

Pero para 2018, había agotado sus ahorros debido a la inflación y vio empeorar la escasez de comida. Dijo que no tuvo más remedio que huir en un intento por ayudar a alimentar a su familia.

“Yo no me imagino mañana no tener cómo darle de comer a mis hijos porque hay mucha gente que se acuesta sin comer. Que no comen ellos para que sus hijos coman un bocado de comida. Mucha gente que se ha muerto por no tener comida”.

En semanas recientes, el estado dice que más de 900 inmigrantes, la mayoría de Venezuela, han sido enviados a Chicago en autobuses patrocinados por las autoridades de Texas.

Aunque se encuentran en medio de una batalla política entre republicanos en los estados del sur y líderes demócratas en ciudades más liberales, miles de venezolanos como Colmenares ya estaban huyendo de su tierra natal meses antes de que los autobuses comenzaran a ser enviados.

Ana Gil García, de la comunidad venezolana de Chicago, llama a la situación actual que ha llevado a tantas personas a abandonar Sudaméricahacia los EE.UU. una “crisis” que nadie aquí planeó.

“He estado recibiendo llamadas telefónicas desde enero, a media noche, y fue entonces cuando me di cuenta de que algo realmente estaba pasando”, dijo García. Una de esas llamadas era de Colmenares.

Immigrants load a bus outside Union Station in August 2022, when migrants from Venezuela were transported from Texas and dropped off in Chicago.

Migrantes de Venezuela en un autobús frente a Union Station el 31 de agosto de 2022. | Anthony Vázquez/Archivos Sun-Times

Saliendo de venezuela

En diciembre pasado, el número de encuentros con venezolanos en la frontera sur de Estados Unidos llegó a unos 24,800, según las estadísticas de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). En comparación con diciembre de 2020, cuando los agentes fronterizos encontraron a 693 venezolanos.

En agosto, el número subió a más de 25,300.

En años recientes, la situación económica en Venezuela se ha vuelto más grave, provocando la ola de personas que huyen del país, dijo Lourdes Gouveia, profesora emérita de estudios latinos/latinoamericanos en la Universidad de Nebraska en Omaha.

Alrededor del 2015, los precios del petróleo se desplomaron después de la muerte del líder del país, Hugo Chávez, lo que provocó tiempos económicos difíciles en la gran nación exportadora de petróleo y aumentó la opresión política y la violencia, dijo Gouveia.

“Este es un momento donde, sobre todo por el colapso económico, hay gran escasez de medicinas, alimentos, y suministros esenciales”, dijo. “Una clase media esencialmente desaparece en este momento, y muchos venezolanos se unen a las filas de los pobres”.

Muchos venezolanos tuvieron problemas para obtener una visa para ingresar al país debido a las malas relaciones entre las dos naciones, dijo.

Además, las políticas más estrictas durante la presidencia de Donald Trump y la pandemia de coronavirus dificultaron el ingreso directo a Estados Unidos, dijo.

Después de que Colmenares tuviera dificultades mientras se mudaba entre Colombia, Costa Rica y Panamá, un contacto en Connecticut le dijo que podía quedarse con él.

Mientras realizaba el viaje de tres meses a los EE.UU. en avión, autobús e incluso, a veces, a pie, se encontró con personas que querían ayudar a los inmigrantes, pero otros, incluyendo algunos policías, parecían querer extorsionarlos.

Cuando finalmente llegó a la frontera de Texas a finales del año pasado, se entregó a los agentes de inmigración. Después de que los funcionarios lo enviaran a un refugio, descubrió que la persona en Connecticut ya no podía hospedarlo.

Una organización en Texas pagó su boleto de avión a Chicago, donde se puso en contacto con García. García dijo que algunos venezolanos recién llegados no tienen adónde ir, pero han oído hablar de oportunidades de trabajo en Chicago.

Sylvia Acosta Chávez, del Centro Comunitario Español en Joliet, dijo que a diferencia de otros grupos de inmigrantes, muchos de los venezolanos recién llegados no tienen familia aquí.

“Están realmente completamente perdidos”, dijo Chávez.

Un trabajo y dinero para enviar a casa

Durante seis meses, Colmenares vivió con Chávez porque tenía dificultades para encontrar un albergue. Consiguió un trabajo en la industria hotelera y en julio se mudó a vivir con un compañero de trabajo.

Trabajando dos turnos al día, les envía $1,000 al mes a sus hijos y esposa en Venezuela y les envía otros $400 cada mes a sus padres, más lo que puede a sus hermanos.

Quiere solicitar asilo para permanecer en los EE.UU., pero no puede pagar un abogado. En Texas, le entregaron un papel que indicaba que más tarde se le asignaría una fecha para comparecer ante la corte de inmigración para los procedimientos de deportación.

Frank Sandoval, un asistente legal del Centro Comunitario Español, dijo que muchos entre la nueva ola de inmigrantes tienen casos de asilo débiles. Ninguno es elegible para el estado de protección temporal si no estaba en los EE.UU. antes de marzo de 2021.

“La gente va a ser deportada en masa”, dijo.

Colmenares recientemente comenzó a tomar clases de inglés en un colegio comunitario. Hay una parte de él que es optimista de que las elecciones presidenciales de 2024 en Venezuela traerán cambios, pero también sabe que las condiciones podrían empeorar. No ha visto a su familia en cuatro años.

“Siempre nos hace falta un abrazo de las personas que más queremos”, dijo Colmenares. “Un abrazo nos llena el alma, nos anima a continuar, y sí, me hace falta un abrazo.”

Los reportajes de Elvia Malagón sobre justicia social y desigualdad de ingresos son posibles gracias a una subvención del Chicago Community Trust.

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