La muerte de una refugiada venezolana expone la crisis de salud mental de los solicitantes de asilo

Acceder a los servicios de salud mental puede ser un desafío, en particular para los refugiados, porque puede haber una barrera del idioma, falta de transporte y la desconfianza en las agencias gubernamentales.

Rona Rozo, 30, fled her native Venezuela in 2022 and sought refuge in Chicago.

Rona Rozo, de 30 años, buscó refugio en Chicago en 2022. | Cortesía

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A fines de noviembre, policías suburbanos llegaron a un refugio temporal para solicitantes de asilo.

Rona Rozo, de 30 años, fue transportada para obtener una evaluación de salud mental, pero dos días después fue encontrada muerta en el cuarto del hotel donde se había hospedado temporalmente después de huir de su natal Venezuela. Más tarde, su muerte fue declarada suicidio, según la Oficina del Médico Forense del Condado de Cook.

Solo unas semanas antes, Rozo había buscado un nuevo comienzo para ella y su hija de 6 años, su hermana Nefer Rozo, y su hermano, quienes buscaron refugio en Chicago el otoño pasado.

Nefer Rozo dijo que trató de conseguir ayuda para su hermana cuando vio que su salud mental se estaba deteriorando. Podía ver la ansiedad aumentando en los ojos de su hermana; su cuerpo temblaba y temía que el gobierno le quitara a su hija.

“Les dije que no estaba bien”, dijo Nefer Rozo. “[Mi hermana] lloraba frente a otras personas, hablaba sobre su trauma. Yo no sabía cómo ayudarla”.

Rona Rozo, 30, is pictured with her sister, Nefer Rozo, who fled their native Venezuela in 2022 and sought refuge in the United States.

Rona Roza, de 30 años, aparece en la foto con su hermana, Nefer Rozo, que huyó de su Venezuela natal en 2022 y buscó refugio en Estados Unidos. | Cortesía

Más de un mes después de la muerte de su hermana, Nefer Rozo cuestiona por qué los funcionarios no hicieron más para que su hermana obtuviera servicios urgentes de salud mental. Ha buscado ayuda legal para explorar sus opciones.

Su muerte también destaca el peligroso camino que enfrentan cientos de inmigrantes recién llegados mientras se adaptan a una nueva vida después de huir de la inestabilidad económica y política en sus países de origen. Más de 5,000 solicitantes de asilo han llegado al área de Chicago desde agosto y muchos de ellos huyeron de Venezuela.

Las personas afectadas por conflictos y los refugiados tienen entre un 15% y un 30% de posibilidades de desarrollar un trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés), según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

Algunos no desarrollarán PTSD pero pueden sufrir debido a la incertidumbre de su situación, la desmoralización de tener que dejar su país o estar el duelo desde lejos, dijo la Dra. Suzan Song, directora de salud mental infantil y familiar global en el Boston Children’s Hospital.

Para otros, los factores estresantes de la vida diaria en un entorno nuevo pueden ser traumáticos, dijo. Ella recuerda a un padre que no estaba familiarizado con las leyes de los Estados Unidos y temía que le quitaran a su hijo por no participar en las actividades de Halloween.

En Chicago, los voluntarios que trabajan con solicitantes de asilo han notado señales de que el viaje tiene un precio.

Algunos han llorado y expresado un sentimiento de culpa por dejar atrás a familiares o niños en sus países de origen, dijo Mary Schaaf, quien ha estado ayudando a los inmigrantes recién llegados a través de Refugee Community Connection. Una iglesia del lado norte ha establecido una noche semanal para cenar y orar como una forma de hablar también sobre lo que han pasado, dijo.

“Han vivido un infierno”, dijo Schaaf. “Sus historias son desgarradoras. Hay mucho que tienen que procesar”.

Ana Gil García, parte de la Alianza Venezolana de Illinois, recibió a tres familias en su casa durante las fiestas y recordó cómo algunas personas muestran señales de depresión. Dijo que muchos no pueden quitarse de la cabeza las imágenes de sus viajes.

“Empiezan a llorar”, dijo García. “Uno de ellos me dijo: ‘Nunca me perdonaré por haber puesto a mi hija en la situación por la que pasamos’”.

Acceder a los servicios de salud mental puede ser un desafío, en particular para los refugiados, porque puede haber una barrera del idioma, falta de transporte y la desconfianza en las agencias gubernamentales, dijo. Es por eso que es importante crear un sentido de pertenencia en cualquier tipo de espacio, dijo Song.

“Entonces, tenerlos integrados en algún tipo de comunidad donde tengan un sentido de pertenencia, un sentido de esperanza, creo que ese es el primer paso”, dijo Song.

En Illinois, la Coalición para la Salud Mental de los Inmigrantes ha estado trabajando en entrenar desde diciembre a trabajadores de refugios en el área de Chicago para que puedan comenzar conversaciones en cafeterías donde puedan incorporar temas de salud mental.

Aimee Hilado, presidenta de la coalición, dijo que las conversaciones se centrarán en temas de los que los residentes quieran hablar, por ejemplo, cómo mantener un trabajo en los EE.UU., cómo inscribir a los niños en las escuelas públicas, y cuestiones familiares. Pero las conversaciones también serán una forma de lograr que las personas comiencen a hablar sobre su salud mental.

“Conocemos los factores estresantes que reprimen”, dijo Hilado, quien también es profesor asistente en la Escuela de Trabajo Social, Política y Práctica Familia Crown de la Universidad de Chicago. “Ahí es cuando vemos a la gente aislarse; se ven necesidades más agudas. Entonces, este tipo de esfuerzos escalonados que estamos haciendo es para minimizar el riesgo de que las personas realmente sufran una angustia aguda”.

Hilado dijo que la coalición tiene un grupo de 10 voluntarios que son profesionales de salud mental con licencia, que brindarán consultas continuas a los trabajadores del refugio, pero dijo que se necesitan fondos a largo plazo. Muchos de los profesionales de la salud mental vieron la necesidad en los refugios y ofrecieron su tiempo como voluntarios, mientras que otros pudieron ser compensados a través de sus trabajos de tiempo completo.

“El financiamiento siempre ha sido un problema con la salud mental”, dijo Hilado. “Creo que pagaremos los costos de otras maneras. Pagaremos el costo de las visitas a la sala de emergencias; pagaremos el costo de que la gente no pueda mantener un trabajo. Y creo que si realmente queremos ayudar a estas personas a integrarse realmente en nuestras comunidades, esta es un área que no se puede ignorar”.

Los legisladores de Illinois aprobaron recientemente $20 millones para ayudar a Chicago a brindarle atención a los inmigrantes, aunque eso fue menos de lo que la alcaldesa Lori Lightfoot había pedido. En un comunicado, la Municipalidad dijo que estaba “usando todos los recursos disponibles para enfrentar este momento”, y agregó que los fondos se usaron para brindarles alojamiento, alimentos, servicios básicos y conexión a otros servicios.

En un comunicado, el Departamento de Servicios Humanos de Illinois dijo que estaba trabajando para aumentar los servicios de salud mental para los recién llegados. Eso incluye comunicarse con universidades que tienen programas de trabajo social para ver cómo los estudiantes universitarios pueden ayudar a brindar servicios de apoyo. Algunos de los proveedores en refugios específicos están asignando miembros de su personal para brindar apoyo, según la agencia estatal.

Rona Rozo fue transportada a un hospital por los paramédicos al menos dos veces a fines de noviembre, según los registros del Departamento de Policía de Countryside. No le dieron ningún medicamento; le dieron una cita de seguimiento a la que nunca vivió para asistir, dijo Nefer Rozo.

Los reportajes de Elvia Malagón sobre la justicia social y desigualdad de ingresos son posibles gracias a una subvención del Chicago Community Trust.

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