El transporte público brinda acceso a oportunidades para miles de habitantes de Chicago de la clase trabajadora. Los servicios de autobuses, trenes, transporte para discapacitados y bicicletas compartidas conectan a las personas con sus trabajos, citas al médico, supermercados y familiares. Cuando se les quita todo eso, muchos pasajeros se ven separados del lugar al que deben ir o se ven obligados a pagar mucho más por un viaje en taxi de ida y vuelta.
Los repetidos cierres nocturnos del servicio de CTA, Divvy y transporte para discapacitados en el centro de la ciudad crearon un precedente alarmante. Los funcionarios de la Municipalidad están tomando esta decisión sin brindarle al público una comprensión clara de por qué es necesario limitar severamente la movilidad en la ciudad.
Dicen que esto es parte de una estrategia más amplia para “proteger a las comunidades de Chicago y a los negocios locales”, pero no explican cómo cerrar el tránsito ayuda realmente a cumplir esos objetivos.
Piense en el residente de Roseland, en el sur de Chicago, que usa la Línea Roja en el centro de la ciudad para trabajar el turno de la noche en mantenimiento o en la seguridad de edificios.
O en el residente de Garfield Park que toma una bicicleta Divvy para trabajar el turno temprano en una cafetería en el centro.
O el residente de Avondale que viaja en la Línea Azul para trabajar durante la noche en un centro de atención médica o un hogar de ancianos.
O el residente de Chinatown con una discapacidad que necesita el transporte especial para discapacitados para hacer cualquier viaje planificado y no planificado fuera de su hogar.
Las afroamericanos y latinos, que tienen más probabilidades de viajar en transporte público y menos probabilidades de tener un trabajo de 9 a 5, se ven afectados de manera desproporcionada. Los residentes más vulnerables de la ciudad, sin acceso a un automóvil, son los que más sufren.
Cortar las opciones de tránsito para miles de habitantes de Chicago no puede convertirse en una práctica habitual y aceptada.
Amy Rynell
Directora Ejecutiva, Active Transportation Alliance