Un año después de que una demolición desastrosa enviará polvo y suciedad a todo el vecindario, los residentes y activistas de La Villita contaron el domingo cómo la implosión afectó sus vidas y criticaron las políticas de la Municipalidad que, según dicen, han inundado la comunidad con contaminación.
Cantando “el pueblo unido, jamás será vencido”, el grupo marchó por el vecindario acompañado por mariachis que tocaban “Cielito Lindo” y “De Colores” para protestar contra el racismo ambiental después de un mitin cerca la antigua planta de carbón Crawford en la 33rd y Pulaski.
La manifestación fue organizada por la Organización de Justicia Ambiental de La Villita (LVEJO, por sus siglas en inglés).
“Yo era una de las personas que se vio realmente, realmente afectada por COVID-19, y siento que es por lo que sucedió en este sitio el año pasado, porque todavía no estoy bien”, dijo Antonia Quiñones, residente de La Villita.
Hilco Redevelopment Partners, que está construyendo una bodega y centro de distribución para Target en el antiguo sitio de la planta, utilizó explosivos para derrumbar una chimenea de 400 pies en el sitio el año pasado. El área quedó cubierta por una nube de tierra y escombros después de la implosión.
“Me afectó terriblemente y no fui el único”, dijo Quiñones, quien agregó que el polvo se filtró en su casa incluso después de que cerró las puertas y ventanas. “Nadie nos dijo lo que iba a pasar”.
Meses después de la implosión, Hilco y sus dos contratistas llegaron a un acuerdo en una demanda de 370,000 dólares presentada por el estado por violación de contaminación del aire.
Rafael Cervantes, de El Foro del Pueblo, dijo que los organizadores exigieron “justicia e inversión seria en la comunidad y no en corporaciones privadas” de la Municipalidad después de la explosión, pero recibieron respuestas insuficientes e incluso críticas.
“¿Qué tipo de mensaje está enviando esto a nuestra comunidad, a nuestros jóvenes?” dijo Cervantes. “El mensaje es que no vales nada, tu padre no vale nada, tu madre no vale nada, tus abuelos no valen nada y la vida no vale nada en La Villita”.
Los activistas citaron el incidente como otro caso en el que la Municipalidad ignora las preocupaciones ambientales de la comunidad del suroeste y reiteraron las preocupaciones de que el centro de distribución planeado traerá cientos de camiones de diesel al área, contaminando aún más el vecindario.
El grupo quiere que Target rompa el contrato de arrendamiento con Hilco y done el sitio a la Municipalidad para el desarrollo de cultivos interiores a gran escala, un mercado, cocinas comerciales y un sitio de capacitación para la fuerza laboral solar.
Después de la manifestación, los manifestantes se detuvieron para una vigilia en la casa de Fernando Cantú, un hombre de 78 años que murió poco después de la demolición de Hilco. Los organizadores dijeron que Cantú tenía asma y EPOC, y es posible que las partículas tóxicas agravaron su sistema respiratorio y precipitaron su muerte.
De camino a la casa de Cantú, el grupo guardó un momento de silencio por Adam Toledo, un niño de 13 años.
“Estamos aquí porque queremos que sepa que el Sr. Cantú todavía está con nosotros, y vamos a seguir luchando por él, seguir luchando por Adam y por todos aquellos que han muerto por el racismo ambiental patrocinado por el estado en nuestra comunidad”, dijo Kim Wasserman, directora ejecutiva de LVEJO, a la familia de Cantú en la vigilia. “Usted no está solo.”