Un hombre del suroeste de Chicago fue deportado a México mientras esperaba la decisión de DACA

Jesús Alberto ‘Beto’ López Gutiérrez, de 25 años, fue deportado después de demandar a ICE.

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Un hombre del suroeste de Chicago fue rápidamente deportado a México mientras esperaba la decisión de DACA. Con el gobierno de Trump buscando terminar el programa de la era de Obama para inmigrantes, Jesús Alberto ‘Beto’ López Gutiérrez, de 25 años, fue deportado después de demandar a ICE.

En un domingo lluvioso a principios de junio, Jesús Alberto López Gutiérrez (“Beto” para sus amigos) sacó la parrilla en la casa de su tío, en West Elsdon, para preparar la carne asada familiar.

López Gutiérrez ha vivido en el sótano, con sus padres y hermanos, desde que emigró de México en 2005. Aunque la pandemia puso fin a las grandes reuniones familiares, ni la lluvia ni el coronavirus pudieron detener a sus tías, abuelos, tíos, primos, sobrinas y sobrinos de aparecer. Querían despedirse.

Habían pasado tres meses desde que López Gutiérrez había sido liberado bajo fianza de un centro de detención de inmigrantes después de ser detenido por exceso de velocidad. Pero después de que un Tribunal de Apelaciones confirmara una orden de deportación en mayo, la agencia federal de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) le dijo que se presentara el 9 de junio en su oficina local en Iowa.

“Tenía la sensación de que ese domingo podría ser la última vez que viera a mi familia”, dice López Gutiérrez, de 25 años.

Estaba en lo correcto. El día después de su registro en Iowa, ICE lo subió a un avión y lo deportó a su México natal. ICE rara vez deporta a alguien de Chicago a México tan rápido.

“Por lo general demora de dos a tres semanas ser removido del área de Chicago”, dice Diana Rashid, abogada supervisora del Centro Nacional de Justicia para Inmigrantes en Chicago. “No recuerdo un caso en el que eso sucediera en menos de una semana”.

Los abogados de López Gutiérrez piensan que la rápida deportación fue en represalia por haber demandado a ICE después de que la agencia bloqueara su solicitud de liberación el año pasado para poder solicitar el alivio de deportación bajo la política de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) de la era Obama, para la cual parecía calificar.

Un portavoz de ICE no quiso discutir eso, alegando que la agencia arrestó y deportó a López Gutiérrez porque su fracasó su apelación de deportación.

Los funcionarios de Inmigración aún no han emitido una decisión final sobre la solicitud DACA de López Gutiérrez. Pero dijeron, días antes de su deportación, que tenían la intención de negárselo por tres violaciones de tráfico no violentas que, según sus abogados, no permitirían su deportación bajo las políticas de la agencia.

Un portavoz del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, la agencia federal que supervisa la aplicación de DACA, dijo que no se hacen comentarios sobre solicitudes individuales.

Hace una semana la Suprema Corte de Estados Unidos bloqueó el plan de la administración Trump para desmantelar DACA. El Tribunal Superior de la nación descubrió que el gobierno no ofrecía una base legal convincente para poner fin a la política que el ex presidente Barack Obama instrumentara para proteger a quienes fueron traídos a Estados Unidos de niños y que quieren quedarse y poder ir legalmente a la escuela y al trabajo.

La actual administración ya había hecho que DACA fuera inútil para muchos de los aproximadamente 680,000 inmigrantes jóvenes indocumentados que potencialmente califican para este programa pero, como fue el caso de López Gutiérrez, actualmente no están protegidos por esa política y podrían ser deportados a pesar de que éste es la único país que muchos de ellos han conocido como su hogar.

“Como madre ves a tus hijos como casi perfectos”, dice Lourdes Gutiérrez, la madre de López Gutiérrez. “Si las personas supieran lo bueno que es mi hijo, tal vez no se lo hubieran llevado”.

El más joven de tres hijos en su familia, López Gutiérrez nació en el estado mexicano de Jalisco. Su familia llegó a Chicago y se estableció en el lado suroeste cuando tenía 10 años, después de que su padre Miguel López fuera despedido de su trabajo en una cervecería en Guadalajara.

“El plan era venir por tres años y ahorrar, pero ya pasaron casi 15 años y todavía estamos aquí”, dice López.

López Gutiérrez se graduó de Solorio Academy High School en 2014 y comenzó poco después a trabajar en la construcción.

“Simplemente tenía esta mezcla perfecta de humor, madurez y curiosidad que lo convirtió en alguien que encantaba a los demás”, dice Jacob Caplan, su maestro de psicología en Solorio.

Como regalo de graduación, López Gutiérrez se compró una serpiente blanca. La llamó Yogui en honor al famoso oso de los dibujos animados.

“Las serpientes estrangulan su comida”, dice, “como el abrazo de oso, ¿sabes?”.

La madre de López Gutiérrez dice que Yogi simboliza el amor de su hijo por la naturaleza.

“Durante las vacaciones en Jalisco cuando era un niño pequeño, íbamos a los bosques o la playa y disfrutaba cada minuto”, recuerda ella.

Fue el amor de López Gutiérrez por el aire libre lo que lo puso en el radar de ICE. En mayo de 2019, un oficial de policía en Iowa lo detuvo a él y a sus amigos por acelerar su auto durante el regreso de un campamento en Colorado. El oficial registró el auto e informó haber encontrado una pequeña cantidad de marihuana. Los tres jóvenes inicialmente fueron acusados, pero los cargos fueron retirados pronto.

López Gutiérrez pasó nueve meses en cuatro centros de detención diferentes en todo el Medio Oeste. “Estaba siendo castigado”, dice, “pero nunca lastimé a nadie”.

Mientras estuvo detenido, López Gutiérrez aplicó para DACA, que otorga una suspensión de dos años de la deportación de inmigrantes indocumentados traídos a los Estados Unidos cuando eran niños antes de 2007. Solicitó y obtuvo la protección de DACA en 2013, pero no la renovó cuando expiró en 2015.

“Al vivir en Chicago nunca interactué con Inmigración”, dice. “Pensé que estaba a salvo”.

Las autoridades de Inmigración se negaron a procesar la nueva solicitud de DACA de López Gutiérrez porque estaba detenido. Cuando él solicitó a ICE que lo liberara para poder presentar una solicitud, la agencia no actuó hasta que, en diciembre pasado demandó a ICE ante un tribunal federal, alegando que la agencia había violado la ley procesal federal al ignorar su solicitud.

Para entonces, su hermano mayor, Miguel López, de 27 años, artista y miembro de Organized Communities Against Deportations, un grupo activista en Chicago, lideró las protestas pidiendo la liberación de López Gutiérrez.

A fines de febrero, un Juez de la Corte de Inmigración otorgó a López Gutiérrez una fianza de $ 25,000. Su familia y el grupo activista de su hermano pudieron recaudar el dinero en dos días y lo tuvieron de regreso a casa a principios de marzo.

Durante las primeras semanas en casa, López Gutiérrez dice que rara vez salía de su habitación. A menudo perdía el apetito. Incluso caminar hasta la tienda de la esquina era difícil. Se sintió deprimido.

“Después de estar encerrado durante tanto tiempo, olvidas lo que se siente ser libre”, dice.

Sus padres vieron que su hijo menor estaba luchando pero estaban agradecidos de tenerlo en casa después de preocuparse por él cuando estaba detenido.

“Nunca hubo un momento en el día en que no pensara en él”, dice Lourdes González. “Me sentiría muy mal si estuviera acostada en mi cama sabiendo que él no podía hacer lo mismo”.

Miguel López también sintió fuerte la ausencia de su hijo. López, un trabajador de la lavandería de un hotel del centro de la ciudad que ahora está sin trabajo debido a la pandemia de coronavirus, siempre le gustaba escuchar música en la casa, pero no mientras su hijo se había ido. “No puse música hasta que finalmente regresó con nosotros”, dice.

López Gutiérrez dice que comenzó a sentirse mejor como un mes después de estar de vuelta en casa. Comenzó a salir más de su habitación y a hablar sobre su tiempo en detención. A medida que la pandemia se extendía, entregaba víveres en la puerta de la casa de su abuela. “Finalmente me estaba acostumbrando a las cosas otra vez”, dice.

Pero ICE no había terminado con él. En abril, la Junta de Apelaciones de Inmigración confirmó su orden de deportación. Poco después ICE le dijo que fuera a su oficina local en Cedar Rapids, Iowa, para un chequeo en persona el 9 de junio.

Con la esperanza de salvar a sus padres de tener que tomar decisiones difíciles si fuera deportado, López Gutiérrez comenzó a regalar algunas de sus posesiones, incluido a Yogi. Al principio, tuvo dificultades para encontrar a alguien que quisiese adoptar a la serpiente, pero una semana antes de presentarse ante ICE, un amigo acordó quedarse con ella.

“Solo le pedí que enviara fotos de vez en cuando”, dice López Gutiérrez.

Sus abogados esperaban que su solicitud de DACA fuera aprobada antes de su reunión con ICE.

Pero el 8 de junio, un día antes de tener que ir a Iowa, López Gutiérrez recibió una carta del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos.

“Usted ha sido condenado por tres o más delitos menores no significativos”, dice la carta citando dos condenas por conducir imprudentemente por exceso de velocidad en 2015 y una citación por conducir con el contenedor abierto de su camioneta, en abril de 2019. “En consecuencia, el USCIS tiene la intención de rechazar su solicitud.”

La agencia otorgó a López Gutiérrez 33 días para apelar.

Pero ICE se movió más rápidamente para deportarlo.

“Después de su detención, su familia no pudo comunicarse con él y no obtuvimos respuestas del gobierno”, dice Hanan Van Dril, un abogado supervisor de la organización Beyond Legal Aid. “Fue solo a través de nuestro contacto en el Consulado de México que pudimos confirmar que había sido deportado. Ni siquiera sabíamos que estaba en el avión hasta que estuvo a bordo”.

Van Dril planea apelar la negativa de recibir el beneficio de DACA y seguir discutiendo el caso de López Gutiérrez contra ICE en un tribunal federal, con la esperanza de que él regrese a Chicago.

“No dejaremos de pelear hasta que un juez nos diga que no tenemos un caso”, dice ella.

López Gutiérrez se encuentra ahora en su ciudad natal de Jalisco, donde, como en Chicago, vive en la casa de un tío.

“Los tres meses que estuve en mi casa después de estar detenido [me ayudaron] a crecer y a adaptarme”, dice. “Cambió mi perspectiva de la vida. Ahora disfruto todos los días”.

López Gutiérrez quiere abrir un vivero de plantas.

“Quiero aprovechar esta oportunidad y convertirme en propietario de un negocio pequeño y crear algo nuevo”, dice.

En Chicago, sus padres vuelven a tener el nido vacío.

Aunque ICE separó a la familia, su padre dice: “Nadie puede quitarnos los tres meses que tuvimos a nuestro hijo de vuelta. Esto muestra lo que las comunidades pueden hacer una vez que se organizan”.

Carlos Ballesteros es reportero de Injustice Watch, una organización periodística no partidista y sin fines de lucro que realiza investigaciones en profundidad para exponer fallas institucionales que obstruyen la justicia y la igualdad.

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