El año pasado, Luis Centeno pensó que cerrar su gimnasio por una semana era algo bueno si significaría salvar vidas y mitigar la propagación del COVID-19.
“Todos pensamos que iba a ser solo un cierre de una o tres semanas. Luego se convirtió en un mes. Ahora, casi un año y medio después, apenas estamos saliendo de eso”, dijo Centeno, fundador de Fit Results.
El viernes, Chicago terminó un año de restricciones de capacidad, reuniones en interiores, etc., causadas por una pandemia global que se ha cobrado millones de vidas, incluidas casi 600,000 en los Estados Unidos.
Pero la reapertura no significa el fin de la pandemia ni el regreso completo a la normalidad. Los artefactos de un mundo pandémico permanecerán, como el uso de mascarillas en ciertos lugares, desinfectante de manos en las entradas de los negocios o protectores de plástico transparente para separar a los clientes de los cajeros de las tiendas. Pero significará que la gente puede reunirse libremente.
La alcaldesa Lori Lightfoot dijo que permitir que la gente se reúna sin restricciones debería ser bienvenido como una señal de los sacrificios hechos para mantener a las personas a salvo. Ha llegado el momento, dijo, de reconstruir y apoyar la economía local.
“Nuestra ciudad no puede recuperarse completamente de la pandemia hasta que los motores culturales, minoristas y financieros que impulsan nuestra economía puedan regresar a plena capacidad”, dijo Lightfoot el jueves.
El jueves la Municipalidad anunció un plan de recuperación para ayudar a revitalizar los negocios del centro. Eso incluye trabajar con grupos privados para impulsar el tráfico peatonal por medio de cierres de calle ocasionales en la Michigan Avenue, LaSalle Street y State Street.
El Economic Tracker, de Opportunity Insights, ha monitoreado el impacto de COVID-19 en las economías locales desde que comenzó la pandemia. Informó que a fines de mayo, el número de pequeñas empresas abiertas en Chicago se redujo en un 40% desde enero del 2020.
Para Centeno, “ya es hora” de que la Municipalidad ponga fin a esas restricciones, porque ha visto colapsar negocios a su alrededor. Está listo para volver a cómo funcionaba su gimnasio antes de la pandemia, con clases de ejercicio repletas.
“Nunca nos vamos a deshacer del desinfectante de manos y tenemos un sistema de flujo de aire completo que instalamos y seguiremos usando”, dijo Centeno. Y aún requerirá que los clientes usen máscaras en sus instalaciones, “pero si nos muestran su tarjeta de que están vacunados, entonces no tienen que usar una máscara”.
El uso de mascarillas, dijo Centeno, no debe ser estigmatizado, ya que es una costumbre en muchos países.
Gabriel Dellatorre, propietario de Grand Terrace Banquets, 6010 W. Grand Ave., ha organizado solo tres eventos durante el último año, con quinceañeras y bodas que prefirieron esperar. Su negocio tiene dos salones, una con capacidad para 300 personas y la otra para 200, pero esas tres fiestas se limitaron a solo 40 personas cada una.
“Estamos llenando nuestro espacio al máximo de capacidad si es posible y estamos listos para hacerlo de manera segura”, dijo Dellatorre. “Estoy reservado todas las semanas para el resto del año, y la mayoría, si no todos, de los eventos originalmente programados para 2020”.
“Necesitamos esto urgentemente. Necesitamos ganar dinero”, dijo Dellatorre.
La propietaria de un restaurante de Humboldt Park, Zoraida Rivera-Tañón, dijo que la reapertura no podría llegar en un mejor momento.
“Vamos a plena capacidad, pero mantendremos los requisitos de usar una máscara cuando no estemos comiendo ni bebiendo”, dijo Rivera-Tañón, propietaria de La Bruquena. “Estoy muy emocionada con esto porque se siente como la víspera de Año Nuevo para mí. Estoy ansiosa de ver cómo siguen las cosas después del viernes”.
Pero no todos los establecimientos de Chicago se apresuran a reabrir por completo.
El Centro Cultural Segundo Ruiz Belvis se encuentra en Hermosa, un área muy afectada por el COVID-19 y donde, en ocasiones, tanto las tasas de infección como las muertes lideraron la ciudad. El centro promueve el arte latinoamericano, pero durante la pandemia, se utilizó para las pruebas de COVID-19 y luego como un sitio de vacunación para la comunidad.
“Puedo decirles que no tenemos prisa por llenar nuestro espacio”, dijo Omar Torres-Kortright, director ejecutivo del centro, 4046 W. Armitage Ave. “Apreciamos que la Municipalidad nos dé esa opción para hacerlo, pero queremos asegurarnos de que estamos seguros y poner las necesidades de la comunidad primero”.
Torres-Kortright dijo que el centro puede tener a más de 230 personas para espectáculos teatrales, pero este verano no espera que más de 60 personas se reúnan para eventos. Su enfoque, dijo, es brindar una experiencia más íntima para los espectáculos en interiores y al mismo tiempo organizar más espectáculos y eventos al aire libre. “Tal vez para fines del verano, cuando ya no podamos realizar eventos al aire libre y la pandemia haya quedado atrás, volveremos a la normalidad”.
Manny Ramos es reportero del proyecto ‘Report for America’, un programa de periodismo sin fines de lucro que tiene como objetivo reforzar la cobertura del Sun-Times sobre los problemas que afectan a las comunidades en el sur y oeste de Chicago.