A veces es difícil considerar una ventaja ser bilingüe.
El camino para lograr lo que se considera una habilidad poderosa te deja marcado. Para un mexicano como yo, es lo que se llama el síndrome del impostor, el sentirse no siempre suficientemente capaz.
Imagínese la risa surgiendo de estudiantes de segundo grado después de que una persona que no habla inglés no sabe responder a una pregunta sencilla como: “¿Ya mero es tu cumpleaños?” O un niño de 9 años que practica la palabra “mundo” (world) por dos semanas porque sabía que surgiría en la conversación de alguna forma u otra. En serio. Si no inténtelo. Su lengua hace como cuatro movimientos para una palabra de una sílaba.

Oralia Villanueva enseña una clase de ciencia de quinto grado en febrero 2020 en la Academia Little Village, 2620 S. Lawndale Ave.
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A los 28, yo diría que he dominado mi “voz blanca”. Pero siempre hay algo de tensión detrás de cada palabra. Si estropea una “s”, aparecerá la temida pregunta: “Tienes acento, ¿de dónde eres?”
Siempre estuve un paso detrás de mis compañeros de clase en los primeros grados de la escuela primaria. No pareciera, pero la escuela primaria fue más difícil que la universidad. Rara vez hacía la tarea. Las asignaciones estaban en un idioma que mis padres inmigrantes y yo no entendíamos.
Aún así, todo el mundo tiene algún tipo de privilegio. Incluso yo.
Esta próxima generación de estudiantes de inglés como segundo idioma enfrentará los mismos desafíos además de todo lo que la pandemia trae consigo este año escolar. Ahora no se trata solo de que los padres no sepan cómo ayudar con la tarea de inglés. El aprendizaje remoto significa que los estudiantes necesitarán ayuda con las habilidades de internet y usar la computadora.
Para cerrar la brecha digital que ha dificultado el aprendizaje remoto, las Escuelas Públicas de Chicago otorgaron acceso gratuito al internet de alta velocidad para los estudiantes más necesitados.
Oralia Villanueva, maestra bilingüe en Little Village Academy, dijo que el acceso al internet fue el comienzo de los desafíos del aprendizaje remoto en marzo.
“Algunos padres estaban navegando para instalar internet en casa”, dijo. “Algunos no sabían cómo conectar un ‘router’, otros no sabían qué era un enrutador”.
Las familias recibieron los suministros para conectarse a internet, pero no tuvieron ayuda para configurarlo porque no se permitía que los técnicos entraran a las casas.
Después de instalar el internet, los padres tuvieron que aprender cómo operar las computadoras portátiles Chromebook y cómo acceder a Google Classroom.

Oralia Villanueva teaches a fifth-grade science class in February 2020 at Little Village Academy, 2620 S. Lawndale Ave.
Ashlee Rezin Garcia / Sun-Times
Villanueva dijo que fue difícil llegar a algunos estudiantes durante la última mitad del semestre de primavera, pero lo entendió. Más allá del trabajo escolar, la pandemia ha afectado a los niños social y emocionalmente, dijo.
Algunos niños no tenían padres en casa porque había que pagar las facturas, mientras que otros han perdido a sus familiares por el coronavirus.
“Todos esos desafíos son mucho para un adulto, imagínese un estudiante”, dijo Villanueva. “Y me preguntaba: ‘¿Cómo les puedo ayudar?’”
Villanueva dijo que espera que los estudiantes y los padres se han sentido más cómodos con la tecnología desde entonces. Se ha estado preparando para el semestre de otoño aprendiendo habilidades de desarrollo profesional para hacer que el aprendizaje remoto sea más interactivo y divertido para sus estudiantes.
Aprender un segundo idioma, lidiar con la tecnología y sobrevivir a una pandemia puede ser mucho para los estudiantes. Pero es posible con un poco de esfuerzo y con la ayuda de maestros dedicados.
Las palabras de Villanueva liberaron el estrés y la tensión detrás de mis preocupaciones. Palabras que cualquier generación de estudiantes de inglés debe tener en cuenta.
“Los errores son una prueba de que lo estás intentando.”