COLUMNA: Los latinos y los afroamericanos deben unirse contra el racismo

Seríamos mucho más fuertes contra una estructura de poder político y empresarial predominantemente anglosajona que prospera a costa de nuestra marginación

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Elvia Malagón/Sun-Times

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Con demasiada frecuencia en Chicago, los latinos y los afroamericanos peleamos por las sobras.

Tenemos que aguantar a dueños de casa irresponsables. No sabemos a dónde acudir cuando nos roban el sueldo. Cuando se unen a la fuerza laboral, los afroamericanos luchan contra el estereotipo de que son flojos. Los mexicanos y otros latinos son explotados para obtener mano de obra barata.

Esto puede hacer enojar a la gente. A veces, culpan de esto a su suerte. Otras veces escucho a los latinos unirse al coro de gente blanca que hablan de los afroamericanos como una amenaza para su seguridad o su movilidad económica.

Deberían ver que los latinos y los afroamericanos tienen mucho en común, especialmente en los barrios de clase trabajadora. Muchas de nuestras familias comenzaron en Chicago sin dinero ni un lugar para vivir. Muchos se han enfrentado a ese racismo que deshumaniza.

Si formáramos lazos, seríamos mucho más fuertes contra una estructura de poder político y empresarial predominantemente anglosajona que prospera con nuestra marginación.

Esta semana, en partes de los barrios de Pilsen, La Villita y Las Empacadoras, así como en los suburbios de Cicero, hemos visto a algunos latinos arremeter contra los afroamericanos. Eso es impulsado por el miedo y el racismo, al que no debemos sucumbir.

Cuando las protestas pacíficas por la horrible muerte de George Floyd comenzaron a hacerse violentas en Chicago, algunas personas en esas comunidades tomaron medidas para proteger a sus pequeños negocios. Además de tapar las ventanas de sus negocios con madera, se pusieron de guardia. Tiene mucho sentido querer proteger aquello que has construido a lo largo de tu vida.

Pero algunos se están convirtiendo en vigilantes, que solo son admirables en las películas. En la vida real, son peligrosos.

Algunos de estos vigilantes ven en cualquier afroamericano una amenaza. Están tratando de sacar a los afroamericanos de los barrios. Pero esos vecindarios también pertenecen a afroamericanos, ya sea que vivan, conduzcan o compren allí.

El concejal Ray López le contó a los reporteros del Chicago Sun-Times sobre un acto violento en el distrito 15. Dijo que un joven miembro de una pandilla, un menor de edad, le disparó el martes por la mañana a un hombre afroamericano cerca de la calle 45 y la avenida Hermitage después de preguntarle: “¿Qué estás haciendo en este barrio?”

López está buscando que le apliquen cargos por delitos de odio, y puedo entender por qué.

Los afroamericanos que viven en Cicero dicen que están siendo acosados por pandilleros latinos. Una mujer dijo que miembros de los Latin Kings se acercaron a su automóvil. “Bajé la ventana y me dijeron que solo estaría bien si entraba en la casa y me quedara allí adentro”.

Los policías, los funcionarios electos y los líderes de la comunidad deben actuar rápidamente para aplacar esa idea de “vigilancia”. No puede ser aceptable que las pandillas patrullen las calles.

Si las personas recurren a las pandillas por seguridad, las pandillas ganan un pase libre de los vecinos para dispararle a cualquier personas o traficar drogas mortales. Más niños pequeños admirarán a los pandilleros. He visto en México ese juego con los carteles de narcos, con consecuencias desastrosas. Los espectadores inocentes terminan aterrorizados o muertos. Los jóvenes que buscan dinero fácil son reclutados y eso les cuesta la vida.

Hay jóvenes líderes comunitarios, dueños de negocios y residentes que quieren unir a las comunidades afroamericanas y latinas. Ese es el único camino a seguir. Eso les daría fuerza política y económica.

Stephanie Cerda-Ocampo le dijo a Elvia Malagón, del Chicago Sun-Times, que se unió a una marcha por la unidad en La Villita el miércoles para enfatizar la “necesidad de mantenerse unidos y luchar contra el problema real que es la supremacía blanca”.

En algunos estados del sur, los latinos, los afroamericanos y los progresistas blancos han descubierto que, si se unen, podrían expulsar a Donald Trump y a los senadores que apoyan su agenda pro-blancos.

Los grupos minoritarios en Chicago también necesitan ver su potencial. El difunto alcalde Harold Washington lo entendió bien en la década de 1980. Los progresistas latinos lo transformaron en el primer alcalde afroamericano de Chicago y él ayudó a lanzar las carreras políticas del actual congresista federal Jesús “Chuy” García y del ex congresista federal Luis Gutiérrez.

No hemos visto mucha de esta excelente colaboración en Chicago.

No es demasiado tarde. Sólo llevamos mucho atraso.

Marlen García es miembro de la Junta Editorial de Sun-Times.

Envíe sus comentarios a: letters@suntimes.com.

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