Una discusión entre migrantes venezolanos y residentes locales de La Villita por un automóvil estacionado a media calle terminó con cuatro mujeres y tres hombres heridos de bala durante el fin de semana.
Baltazar Enríquez, un organizador comunitario, dijo que los residentes del vecindario le dijeron que la disputa por el estacionamiento la madrugada del domingo hizo que se enfrentaran los residentes del área con los solicitantes de asilo.
Enríquez dijo que no estaba seguro de qué lado estaba el tirador, pero le preocupaba la escalada de tensiones.
“Es muy desgarrador escuchar que este tipo de cosas estén sucediendo”, dijo Enríquez. “Sabes, la animosidad ahora estará ahí, y esperamos que esto no crezca”.
El concejal local Michael Rodríguez (22°) habló en contra del ataque, ocurrido a cuadras de su casa, y dijo que está trabajando con funcionarios y trabajadores comunitarios para “traer justicia a la comunidad” y garantizar que “no haya más violencia”.
El tiroteo masivo se desarrolló alrededor de las 3:30 a.m. el domingo, cuando un hombre armado abrió fuego contra una “reunión de venezolanos” durante una discusión con otro hombre por un automóvil estacionado en doble fila, según un reporte policial.
La discusión se convirtió en una pelea, con varias personas saliendo de un apartamento y un patio trasero en la cuadra 3500 al oeste de 30th Street, según el reporte.
Fue entonces cuando una persona sacó un arma de fuego y disparó contra varias personas. Luego, el pistolero entró al patio trasero y continuó disparando, según el reporte. En cierto momento, el pistolero disparó a través de la puerta del apartamento del primer piso, alcanzando a “múltiples” personas que estaban dentro.
Una de las siete víctimas resultó gravemente herida. La mujer, de 30 años, que vive en la casa donde ocurrió el tiroteo, recibió impactors en el abdomen y las piernas, según el reporte. Fue tratada en el Hospital Mount Sinai.
El hombre de 30 años que estaba discutiendo con el pistolero recibió un disparo en las piernas y se encuentra en buenas condiciones en el Hospital Stroger, según el reporte. La dirección de su casa figura aproximadamente a una cuadra de donde ocurrió el tiroteo.
Las otras víctimas estaban en buenas condiciones, dijo la policía. Entre ellos se incluyen un hombre de 52 años con un disparo en las piernas; una mujer de 29 años, con un disparo en una pierna; y un hombre de 34 años que sufrió heridas por un roce.
Las dos últimas víctimas, dos mujeres, tenían domicilios en el refugio para migrantes en 2241 S. Halsted St., donde un niño de 5 años murió en diciembre. Se trataba de una mujer de 47 años que recibió disparos en las piernas y una mujer de 22 años con disparos en las sentaderas y en el muslo, según el reporte.
La policía dijo que el pistolero huyó en una camioneta blanca. No había nadie detenido, dijo la policía.
Una cámara de vigilancia de la policía captó el tiroteo y se recuperaron diez casquillos de bala de 9 mm.
Rodríguez no quiso comentar ni especular sobre las circunstancias del tiroteo porque hay una investigación en curso. “Creo que independientemente de si la víctima es un migrante, un residente o un ciudadano estadounidense, nadie debería ser víctima de este tipo de violencia sin sentido”, dijo.
Rodríguez dijo que el tiroteo masivo pone de relieve “una verdadera pobreza del alma donde la gente siente que puede resolver conflictos disparando armas a otras personas”. Insistió en que la solución es restringir aún más el acceso a las armas de fuego.
Los vecinos dijeron que no era inusual escuchar discusiones nocturnas provenientes de la esquina de 30th y St. Louis Avenue, que está cerca del lugar del tiroteo, porque allí hay un bar que está abierto hasta las 2 a.m.
Los disparos también son sonidos familiares, pero los vecinos quedaron impactados por la magnitud del incidente. Un hombre dijo que escuchó al menos 10 disparos y vio personas heridas tiradas en la calle.
María Domínguez no escuchó los disparos, pero dijo que los disparos despertaron a sus vecinos de arriba. La llamaron para asegurarse de que no haya sufrido ningún daño, dijo.
Domínguez, que vive en el barrio desde hace cuatro años, sí vio los policías que inundaron su calle tras el tiroteo cuando el revuelo la despertó alrededor de las 4 de la madrugada.
Dijo que escuchó a algunas personas gritar “somos venezolanos, somos buena gente y tenemos miedo”.
Domínguez y otros vecinos dijeron que las personas que vivían en el apartamento se mudaron dentro de los últimos tres meses y que el edificio fue rehabilitado recientemente.
Dorothy Pérez dijo que no estaba segura de lo que provocó el tiroteo, pero siente que el área se ha vuelto menos seguro durante los 34 años que ha vivido en la cuadra.
“Me gustaría que el área fuera un poco más segura”, dijo Pérez. “Sé que la policía está haciendo su trabajo, pero desearía que hubiera un poco más de vigilancia”.
Pérez dijo que no entiende por qué alguien tendría problemas con los migrantes.
“Son seres humanos como nosotros y también tienen derechos”, dijo Pérez.
Enríquez proporciona a los migrantes con necesidades básicas, como ropa y productos de higiene, aunque espera comenzar a ofrecer sesiones de capacitación sobre las leyes municipales y estatales, con un enfoque en las reglas de manejo.
Dijo que él y otros organizadores también han pedido a la administración del alcalde Brandon Johnson que enseñe a los migrantes sobre el terreno en ciertos vecindarios, incluyendo cómo vestirse para evitar llamar la atención no deseada en una ciudad con decenas de facciones pandilleras.
Pero dado que los migrantes habitualmente “son trasladados” de un lugar a otro, Enríquez reconoció que ha sido difícil ayudarlos a aclimatarse a su nuevo entorno.
