La búsqueda por un nuevo director del Museo Nacional de Arte Mexicano (NMMA, por sus siglas en inglés) ha terminado.
José Ochoa, director ejecutivo y fundador de la Chicago High School for the Arts, asumirá el cargo de presidente y director general del museo de Pilsen el martes.
En una llamada por teléfono el viernes con el Sun-Times, Ochoa dijo que tiene grandes zapatos que llenar, los del recientemente jubilado Carlos Tortolero.
Como fundador del NMMA, Tortolero contribuyó a que la atracción se convirtiera en el primer museo latino acreditado por la Alianza Americana de Museos. Casi 40 años después, sigue prosperando.
Ochoa dijo que entre sus planes para el museo está la ampliación del programa Yollicali Arts Reach para jóvenes de 12 a 24 años. El museo adquirió un edificio de bomberos de 8,600 pies cuadrados en La Villita para desarrollarlo y “garantizar que [el museo] pueda ofrecer oportunidades a tantos niños como sea posible”, dijo Ochoa.
Ochoa tiene un largo historial: Trabajó en Nashville como superintendente de artes culturales, donde supervisó los departamentos de danza, música, arte, teatro y eventos especiales, además de dos museos de arte.
Ochoa también fue presidente y director artístico de la secundaria ChiArts (Chicago High School for the Arts).
Pero regresar a los museos siempre ha estado cerca de su corazón.
“He sentido un vacío”, dijo. “Y siento que he vuelto a casa. Así que todas las cosas que he aprendido en la vida, todas estas experiencias, puedo traerlas aquí y ser realmente parte de mi familia y mi comunidad, y servir a mi comunidad. Toda mi carrera me preparó para este momento”.
Se identifica como chicano, pasando la mayor parte de su adolescencia en el poblado de Robstown, Texas, situado a unas 20 millas al oeste de Corpus Christi.
En aquella época, Robstown era una de las ciudades más pobres de Texas. En 1972, fue escenario de una histórica marcha estudiantil chicana que tuvo lugar en la Secundaria Robstown, en la que los estudiantes protestaron contra la brutalidad policial y exigieron igualdad de derechos para los trabajadores agrícolas.
Fue allí, años más tarde, donde el director de la banda de su secundaria, Carlos Cabrera (que participó en la marcha) encendió realmente la pasión de Ochoa por las artes.
Según Ochoa, en su juventud un consejero escolar le dijo a Cabrera que debería ser mecánico. En lugar de eso, decidió seguir su pasión por la música.
Inspirado por la historia de Cabrera, Ochoa empezó a tocar la flauta y a estudiar arte.
Tras graduarse de la universidad, Ochoa viajó a Honduras para enseñar música y ayudó a fundar una escuela de música en la isla de Roatán.
Ochoa se emocionó al pensar en sus viejos alumnos, en particular en Jonathan Herrera Soto, que pasó de asistir a ChiArts a la Universidad de Yale para cursar un máster en artes finas.
Tras volver a conectarse con Herrera y algunos otros, se puso a pensar: “Dios mío, del mismo modo que el Sr. Cabrera rompió su techo de cristal, yo trabajé duro para romper el mío. Y mira a estos jóvenes y lo que están haciendo en sus vidas”.