Una mujer que admitió haber ayudado a su madre a estrangular a una adolescente embarazada y a sacar de su vientre a su hijo no nacido fue condenada el jueves a 30 años de prisión.
Apenas hablando por encima de un susurro y conteniendo las lágrimas, Desiree Figueroa le dijo a la jueza Peggy Chiampas que estaba arrepentida. “Nunca podré disculparme lo suficiente por lo que hice”, dijo. “Eso es todo, jueza, gracias”.
Al dictar la sentencia, Chiampas le dijo: “Tienes razón, nunca podrás disculparte por lo que hiciste”.
En enero, Figueroa, de 29 años, se declaró culpable de ayudar a su madre, Clarisa Figueroa, a estrangular y luego sacar al bebé del vientre de Marlen Ochoa-López, de 19 años.
Como parte de un acuerdo con los fiscales, Desiree Figueroa recibiría una condena de 30 años y se sentaría en el banquillo para declarar contra su madre.
El juicio nunca se realizó. Clarisa Figueroa, de 51 años, también aceptó declararse culpable en abril y fue condenada a 50 años de prisión. Como parte de su declaración, aceptó cumplir el 100% de su condena y reconoció que no obtendría la libertad condicional temprana debido a su edad.
Según la fiscalía, la pareja planeó el asesinato durante semanas antes de atraer a Ochoa-López a casa de Clarisa Figueroa, en la cuadra 4100 al oeste de 77th Place, con una invitación para regalarle ropa de bebé.
En realidad, era la segunda vez que se reunían con Ochoa López, pero el plan anterior se canceló cuando el novio de Desiree Figueroa amenazó con llamar a la policía si le hacían daño a Ochoa-López. Más tarde le dijeron que era una broma del Día de los Inocentes, según la fiscalía.
Semanas después, Ochoa López regresó para recoger más objetos que Clarisa Figueroa le dijo que iba a regalar.
Mientras Ochoa-López miraba un álbum de fotos del hijo de Clarisa Figueroa, que había muerto poco antes de causas naturales, ésta enrolló un trozo de cable coaxial alrededor del cuello de la adolescente embarazada y jaló con fuerza.
Mientras Clarisa Figueroa estrangulaba a Ochoa-López, le gritó a su hija: “No estás haciendo tu p... trabajo”, porque Ochoa-López pudo meter los dedos entre el cable y su garganta, según los fiscales.
Desiree Figueroa dijo a los investigadores que entonces separó uno a uno los dedos de la joven del cable hasta que dejó de forcejear, según los fiscales.
Clarisa Figueroa cortó el vientre de Ochoa-López con un cuchillo de cocina y puso su cuerpo en un bote de basura afuera antes de llamar al 911 e informar de que había dado a luz en casa y el bebé no respiraba.
El niño fue trasladado a Christ Medical Center de Oak Lawn, donde murió semanas después de que las pruebas de ADN confirmaran quiénes eran sus verdaderos padres.
En una declaración leída por los fiscales en la corte el jueves, el marido de Ochoa-López, Yovani López, dijo que creía que Dios sería el juez final de Desiree Figueroa, haciendo eco de las declaraciones que hizo durante la sentencia de su madre.
Desiree Figueroa también estaba embarazada en el momento del asesinato y dio a luz mientras estaba detenida sin fianza en la Cárcel del Condado de Cook acusada de asesinato en el caso.
“Rezo para que el niño nunca sepa que eres su madre”, dijo Yovani López en el comunicado, añadiendo que creía que el hijo de Desiree Figueroa también era una víctima”.
Los familiares de Ochoa-López no asistieron a la audiencia de sentencia del jueves.
Un abogado defensor de Desiree Figueroa aludió a un reporte ordenado por la corte durante la audiencia que documentó “muchos desafíos horribles” en su crianza. La jueza ordenó sellar el reporte.
En la cárcel, recibió clases de educación general y de oficios y participó en importantes terapias, dijo su abogado.
“Tuviste una infancia muy difícil y mucho de eso tuvo que ver con tu madre”, reconoció Chiampas. “Desafortunadamente para ti, eso te llevó a esto de hoy”.
Aunque es posible que Desiree Figueroa tenga algún día contacto con su hijo, la jueza señaló que le robó a otra familia la oportunidad de criar a un niño.
“También eso es algo que quiero que recuerdes todos los días por el resto de tu vida”, sentenció Chiampas.
Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago
