El vendedor de raspados de frutas naturales que se instalaba todos los días en la calle 26 murió el domingo en la tarde de coronavirus, confirmó el único de sus cinco hijos que vive en los Estados Unidos.
Guadalupe Pérez, mejor conocido como Don Lupillo, comenzó a presentar síntomas de la enfermedad hace dos semanas, y la semana pasada se hizo la prueba de COVID-19, la cual salió positiva. Por eso tuvo que dejar de salir a trabajar a la calle Central Park.
“Él luchó hasta el último momento porque no quería ir al hospital,” dijo Alejandro Pérez, de 35 años y residente de La Villita. “El sábado en la noche hablé con él y decía que sí podía respirar. Pero se quejaba porque se sentía cansado y débil, más cuando se levantaba al baño. Todavía ayer le llevaron de comer avena.”
Como a la 1pm el domingo su familia llamó por una ambulancia.
“Se levantó de la cama, se lavó la cara y las manos, y cuando se fue a sentar a la cama se empezó a poner morado. Más o menos cuando dejó de respirar llegó la ambulancia,” dijo Alejandro por teléfono. Agregó que su papá tenía diabetes y se inyectaba insulina.
Don Lupillo fue trasladado al Hospital Saint Anthony, donde los doctores dijeron que sus pulmones se habían colapsado y sólo tenían un 20% de oxígeno.
La familia abrió una cuenta de GoFundMe para cubrir los gastos de cremación para enviar sus restos de regreso a México, en parte para ayudar a Alejandro, quien perdió su trabajo en un hotel de Holiday Inn durante la pandemia.
La ex-esposa de Don Lupillo, Eludivina Hernández, vive en Puebla, donde criaron sus hijos, y ambos son originalmente de Veracruz.
El 12 de diciembre, Don Lupillo hubiera cumplido 63 años.
El miércoles habrá un velorio en la Funeraria Martínez, 2534 S Pulaski Rd., de 12-3pm. Se permitirán entrar diez personas a la vez.
Un pequeño altar con su foto también fue colocado en frente del supermercado La Chiquita.

Don Lupillo prepara un raspado de guayaba, 2015.
Jackie Serrato
Desde el 2001, muchos preferían sus raspados porque Don Lupillo utilizaba un raspador de hielo y hacía las mieles de frutas naturales.
“Muchas gracias a la gente por siempre apoyarlo a él,” dijo su hijo entre lagrimas. “Él siempre estaba orgulloso de su trabajo, y que siempre lo recuerden como la persona que era, alegre y trabajadora.”
Le sobreviven cuatro hijos y once nietos.