Graduados de CPS y vecinos de toda la vida van juntos a Stanford con becas completas

A pesar de llevar años separados, Guadalupe Miranda y Fernando González se graduaron la semana pasada en las Escuelas Públicas de Chicago. Los dos, compañeros de clase desde la infancia, obtuvieron becas completas para Stanford University en agosto. Ahora se reúnen para compartir la emoción que sienten por sus planes universitarios.

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Fernando Gonzalez, 18, a graduating senior at Marine Leadership Academy, Chicago, holds up a Stanford University flag

Fernando González se graduó de la Marine Leadership Academy en Logan Square con 12 cursos AP en su currículo, además de nueve clases universitarias, obteniendo 27 créditos universitarios y un promedio general de calificación (GPA, por sus siglas en inglés) de 4.0 en los City Colleges de Chicago. “Como mis padres nunca tuvieron la oportunidad de ir a la secundaria... eso me motivó”, dijo González.

Tyler Pasciak LaRiviere/Sun-Times

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Guadalupe Miranda estaba de visita universitaria en Virginia el otoño pasado cuando creyó reconocer a uno de sus antiguos compañeros de clase en el grupo.

“Le pregunté: ‘¿Fuiste a la escuela primaria Nixon? ¿En Chicago?’”, recordó haber preguntado.

Efectivamente, Fernando González estudió en Nixon, en el vecindario de Hermosa, en el lado noroeste de la ciudad. Y creció a dos cuadras de la casa de Miranda. Pero los dos adolescentes iban a secundarias distintas.

Los compañeros de clase y vecinos de la infancia no terminaron eligiendo la universidad en Virginia. Pero el destino quiso que ambos obtuvieran becas completas en Stanford University y eligieran asistir a la escuela de la costa oeste en agosto.

“Desde nuestro último encuentro en la escuela primaria hasta saber que ella también va a ir a Stanford es increíble”, dijo González. “Compartimos muchas cosas en común en cuanto a nuestras raíces en la cultura latina, lo que nos ha acercado aún más, sabiendo que podemos apoyarnos mutuamente como vecinos”.

A pesar de haber estado años separados y de haber tomado caminos diferentes, ambos se graduaron de las Escuelas Públicas de Chicago (CPS, por sus siglas en inglés) la semana pasada. Ahora se reúnen para compartir su entusiasmo por sus planes universitarios.

Miranda y González son también los primeros de su familia en ir a la universidad, y ambos tienen padres y hermanos pequeños que están tristes pero orgullosos de que se vayan a estudiar fuera.

“Es muy bonito ver a otras personas de mi vecindario y de mi ambiente haciendo las mismas cosas”, dice Miranda. “Ahora tengo a Fernando con quien puedo reservar mis vuelos cuando volvamos a casa en las vacaciones de invierno. Y realmente podemos relacionarnos en cómo nos sentimos porque somos exactamente del mismo vecindario y vamos a la misma universidad”.

Guadalupe Miranda, 18, a graduate of Chicago Public Schools and founder of two nonprofits aiding migrants and teaching children from low-income communities about health and science, poses at her home on Tuesday, June 4, 2024.

Guadalupe Miranda asistirá a Stanford University este otoño después de tener una carrera muy ocupada en la secundaria en la DeVry University Advantage Academy, escuela de doble inscripción de CPS en Ravenswood donde los estudiantes toman cursos de secundaria y universitarios simultáneamente. Es la primera de su familia en obtener un diploma de secundaria y se graduó con 68 créditos universitarios y un título de asociado en administración en redes.

Peyton Reich/For the Sun-Times

Fernando González

González admite que no era el alumno más aplicado de la escuela primaria.

Pero cuando se matriculó por error en un curso avanzado en 9º grado, se sintió intrigado por aprender más. Pronto se dio cuenta de que le gustaba tanto el material y el rigor que formó un grupo de estudio y acabó aprobando el examen de geografía de AP, lo que le permitió iniciar su carrera en la secundaria.

Cuatro años más tarde, González se graduó de Marine Leadership Academy en Logan Square con 12 cursos de AP en su currículo, además de nueve clases universitarias, obteniendo 27 créditos universitarios y un promedio general de calificación (GPA, por sus siglas en inglés) de 4.0 en los City Colleges de Chicago.

“Como mis padres nunca tuvieron la oportunidad de siquiera ir a la escuela secundaria ... en cierto modo me motivó a ver lo que los cursos AP me ofrecían, especialmente las situaciones financieras porque vengo de un entorno de bajos ingresos”, dijo González, de 18 años. “Realmente no tenía una mentalidad de a dónde quería ir, pero el objetivo para mí era pagar menos por la universidad”.

Ahora González es un estudiante ejemplar. Fue básicamente el presidente de su clase durante todo su tiempo en Marine Leadership, o comandante de compañía, como lo llama la escuela militar. Este año le concedieron el premio al Cadete Distinguido, que se otorga al mejor estudiante del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva Junior (JROTC, por sus siglas en inglés) de CPS. Y con la ayuda de varias becas, todos sus gastos universitarios están pagados, incluyendo los vuelos de regreso a casa a Chicago.

“Lo ha hecho todo”, dice el sargento de artillería Miguel Cruz Jr., instructor militar en la Marine Leadership Academy, que conoce a González desde que estaba en 7º grado.

“Se motiva a sí mismo, es ambicioso. Es uno de esos chicos que no dejan de intentarlo”, dice Cruz. “Me molestaba mucho con las cartas de recomendación. Me mantuvo ocupado todo el año. ‘Voy a solicitar esto, voy a solicitar aquello’. Y mira dónde está. Estoy muy orgulloso de él”.

González ha trabajado en McDonald’s por tres años para ayudar a aligerar la carga financiera de su familia. Deja ese empleo para hacer unas prácticas más afines a su pasión: la informática, la ciberseguridad y la tecnología de la información. Trabajará en ese puesto a distancia en Stanford.

“Mi papá trabajó en McDonald’s durante más de 30 años”, dijo González. “Yo también trabajaba en McDonald’s, quería romper esa cadena. Un trabajo es un trabajo pase lo que pase. Pero siento que algo debe cambiar para mejorar”.

Quiere unirse al club de ciberseguridad de Stanford para aprender más sobre este sector. Y su objetivo final es construir una inteligencia artificial más ética y utilizable.

“La tecnología puede ser parcial y realmente quiero eliminar eso”, dijo González.

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Fernando González “lo ha hecho todo”, dice el sargento de artillería Miguel Cruz Jr., instructor militar en la Marine Leadership Academy, que conoce a González desde que estaba en 7º grado. “Se motiva a sí mismo, es ambicioso. Es uno de esos chicos que no dejan de intentarlo”, dijo Cruz.

Tyler Pasciak LaRiviere/Sun-Times

Guadalupe Miranda

¿Técnica farmacéutica? Hecho.

¿Fundadora de una organización sin fines de lucro? Hecho, y dos veces.

¿Título universitario? Hecho

¿Surf? Todavía no, pero es un objetivo en Stanford.

Miranda ha tenido una carrera de secundaria muy ocupada en DeVry University Advantage Academy, escuela secundaria de doble inscripción de CPS ubicada en Ravenswood, donde los estudiantes toman cursos de secundaria y universitarios simultáneamente.

Es la primera de su familia que obtiene el diploma de secundaria y se gradúa con 68 créditos universitarios y un grado asociado en administración de redes.

Pero es el trabajo de Miranda fuera de la escuela el que está más estrechamente vinculado a su sueño de brindar atención médica gratuita y accesible a las mujeres de comunidades de bajos ingresos. Miranda cursará estudios de medicina en Stanford con el objetivo de estudiar medicina y especializarse en salud femenina o cáncer pediátrico.

Miranda ha trabajado como técnica farmacéutica, además de como mesera en un restaurante. Ha puesto en marcha una organización llamada Resilient Hands for Latine, que ha recaudado y distribuido donativos para las familias migrantes recién llegadas a Chicago.

Las familias y los maestros de la escuela han ofrecido donaciones para apoyar al grupo, al igual que sus familiares. También fundó Eyes on Chicago, que imparte clases de ciencia a niños de 3 a 13 años en la biblioteca local.

“Quiero abrir mi propia clínica para poder ofrecer trabajo pro bono en Chicago, en mi vecindario del lado oeste”, dijo Miranda. “Eso es algo que siempre he valorado mucho, regresar algo a mi comunidad”.

“Tiene muchas ganas de aprender y compartir lo que hace”, afirmó Graziano.

Miranda ya ha enviado un correo electrónico a una clínica gratuita de California para preguntar por oportunidades de voluntariado cuando vaya a la universidad. Y está trabajando en un certificado que le permitirá trabajar como técnica farmacéutica en el campus. Dijo que aún encontrará tiempo para pasatiempos como el club de baile folklórico mexicano, la cerámica y, sí, el surf.

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Guadalupe Miranda y su abuelo, Cristóbal, son los mejores amigos y siempre están juntos. Él ha ayudado a criarla desde que tenía 3 años y dice que está orgulloso de lo que ha logrado.

Peyton Reich/Sun-Times

Pero a Miranda le costará dejar su casa, sobre todo a su abuelo, Cristóbal Miranda. Los dos son mejores amigos y siempre están juntos. Él la ha criado desde que tenía tres años, cuando murió su abuela. Ella dice que su abuelo siempre quiso ir a la universidad, pero nunca tuvo la oportunidad; la familia dice que su inteligencia la heredó de él.

“Estoy muy orgulloso de que haga esto por sí misma”, dijo Cristóbal Miranda.

Miranda también tiene cuatro hermanas pequeñas —y una quinta en camino— que la admiran.

“Sé que mis hermanas están muy orgullosas”, dijo Miranda. “Especialmente mis hermanas menores, ver a alguien que se parece a ellas y que viene de su mismo entorno les dará el valor de decir: ‘Yo también puedo hacerlo. Puedo entrar en una escuela así’”.

Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago

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