Los líos de FAFSA ha retrasado los planes universitarios de estudiantes de Chicago y otros lugares

Samaya Acker, alumna de último año de la Air Force Academy High School, ubicada en el lado sur de la ciudad, dice: “Me ha puesto de los nervios”, al referirse a las deficiencias del nuevo formulario, que han retrasado la concesión de ayudas económicas y las decisiones sobre la universidad de muchos estudiantes de último curso de secundaria y de otros estudiantes que esperan ir a la universidad el año que viene.

SHARE Los líos de FAFSA ha retrasado los planes universitarios de estudiantes de Chicago y otros lugares
Samaya Acker (right) has stellar academic credentials at Air Force Academy High School on the South Side and, having overcome obstacles, been rewarded with a full scholarship she will use to attend Loyola University Chicago.

Samaya Acker (derecha) tiene excelentes credenciales académicas en la Air Force Academy High School del lado sur y, tras superar obstáculos, ha sido recompensada con una beca completa que usará para asistir a la Universidad Loyola de Chicago.

Matt Krupnick | The Hechinger Report

El mejor lugar para cobertura bilingüe de noticias y cultura latina en Chicago. | The place for bilingual coverage of Latino news and culture in Chicago.

Para muchos estudiantes de último año de secundaria y otros con la esperanza de asistir a la universidad el próximo año, los últimos meses han sido una lucha llena de estrés para completar el formulario de Solicitud Gratuita de Ayuda Federal para Estudiantes (FAFSA, por sus siglas en inglés).

La puesta en marcha de este formulario supuestamente simplificado se retrasó tanto, estuvo tan plagado de errores y fue tan confuso que entorpeció o complicó gravemente las decisiones universitarias de millones de estudiantes, especialmente los de familias de bajos ingresos, de primera generación e indocumentados, y retrasó las decisiones de los programas privados de becas.

Sólo el 40.2% de los estudiantes de último curso de secundaria habían rellenado la FAFSA el 10 de mayo, frente al 49.6% en la misma fecha del año pasado, según la National College Attainment Network.

Para dar a los estudiantes más tiempo para evaluar sus opciones, más de 200 facultades y universidades retrasaron sus plazos habituales del 1 de mayo, algunos hasta el 1 de junio, según el Consejo Americano de Educación.

Para hacerse una idea del impacto, The Hechinger Report habló con estudiantes de secundaria de Chicago y de todo el país, encontrándolos a través de sus escuelas, lo que significa que la mayoría tenían consejeros que les ayudaban. Para los millones de estudiantes que no los tienen, es una tarea aún más desalentadora.

‘AL LÍMITE’ EN CHICAGO

Por Matt Krupnick | The Hechinger Report

Samaya Acker estuvo al tanto de sus planes universitarios durante todo el año.

Solicitó la admisión temprana en 17 universidades, presentó su solicitud FAFSA dos días después de que se abriera el plazo y por si acaso tenía un plan alternativo: alistarse en las fuerzas armadas.

Acker, de 18 años, que cursa el último año en la Air Force Academy High School del lado sur de la ciudad y lleva tatuado “Power” en el brazo, fue aceptada en 16 universidades; su primera opción, la Universidad de Chicago, fue la única que la rechazó. Pensaba pasar unos meses en la Guardia Nacional Aérea para pagarse la universidad.

Pero, al acercarse los plazos de las becas y los depósitos, su solicitud FAFSA seguía clasificada como “pendiente” tres meses después de haberla presentado.

“Realmente me puso de nervios”, dice Acker, cuyos años de escuela secundaria se vieron interrumpidos por el COVID-19 y luego por el nacimiento de su hijo a mitad de su segundo año, pero que aún se está graduando con un promedio de calificaciones (GPA, por sus siglas en inglés) superior a 4.0.

Justo antes de que finalizara el plazo para matricularse en la universidad, Acker recibió una beca Gates, que cubre el costo total de la universidad para estudiantes de alto rendimiento pertenecientes a grupos poco representados. Acker, que es negra, aceptó la oferta de admisión de la Universidad Loyola de Chicago, donde sólo la matrícula cuesta más de $52,000 al año. Su objetivo final es ser anestesista. (La Fundación Gates es uno de los financiadores de The Hechinger Report).

Algunos alumnos de la Secundaria Hubbard del lado suroeste no tuvieron tanta suerte.

Los retrasos FAFSA crearon retos específicos para los estudiantes cuyos padres son inmigrantes indocumentados, incluyendo muchos en Hubbard. Cuatro estudiantes de último año con padres indocumentados dicen que esperaron meses para que el gobierno federal solucionara un problema técnico que impedía a los padres que no tienen números de Seguro Social hacer la presentación de información financiera.

La falla finalmente se arregló, pero los cuatro todavía estaban esperando este mes para saber cuánta ayuda financiera podrían recibir.

“La verdad es que no hay mucho qué hacer”, dice Javier Magaña, de 18 años, que intentaba averiguar si podría pagar alguna de las universidades que le habían aceptado. “Definitivamente ha sido frustrante porque me he esforzado al máximo”.

Ixchel Ortiz, de 17 años, planea ir a la universidad comunitaria en uno de los City Colleges, pero dice que si no recibe ayuda financiera, incluso eso tendría que esperar.

Isaac Raygoza y Octavio Rodríguez, ambos de 18 años, dicen que tenían algunas opciones de universidades de cuatro años, pero que probablemente no podrían ir a ninguna de ellas sin una respuesta de FAFSA.

Rodríguez dice que FAFSA lo había frustrado repetidamente.

“Me iba a casa y esperaba de 20 a 30 minutos [por teléfono], y no llegábamos a ninguna parte”, dice.

A finales de abril, le notificaron que había escrito mal su nombre en la solicitud. A mediados de mayo, seguía esperando para saber si tenía que volver a presentar la solicitud desde cero.

“Estoy un poco estresado”, dijo
Raygoza afirma que presentó su solicitud a tiempo, pero no se dio cuenta de que había un mensaje de error que impedía tramitarla. Volvió a presentarla a finales de abril.

“Me sorprendió que no se tramitara”, contó. “Tuve que hacerlo todo de nuevo”.

Los cuatro dicen que probablemente se tomarían un año libre para trabajar si no consiguen ayuda financiera.

Damiana Beltran (right), a senior at Mission High School in San Francisco, has been working with Wilber Ramirez and other staff members of a nonprofit group that runs the school’s Future Center, where students get advice about college options and financial aid. It was touch-and-go whether her FAFSA form would be processed in time for her to attend her top choice for college.

Damiana Beltrán (derecha), estudiante de último curso del instituto Mission de San Francisco, ha estado trabajando con Wilber Ramírez y otros miembros del personal de un grupo sin ánimo de lucro que dirige el Future Center de la escuela, donde los estudiantes reciben asesoramiento sobre opciones universitarias y ayudas económicas. No estaba nada claro si su formulario FAFSA se procesaría a tiempo para que pudiera asistir a la universidad de su elección.

Gail Cornwall | The Hechinger Report


Por Gail Cornwall | The Hechinger Report

Nadie en la familia de Damiana Beltrán fue a la universidad, así que no se lo imaginaba en su futuro.

Pero, al final de su penúltimo año de secundaria, “todo el mundo” en la secundaria Mission de San Francisco empezó a hablar de solicitar plaza. Así que ella también lo hizo.

La Universidad Estatal de San José la admitió, al igual que otras universidades. Entusiasmada, Beltrán soñaba con ser psicóloga y demostrar a su hermano pequeño que “no hace falta ser de la familia más rica” para ir a la universidad.

Pero el formulario FAFSA en línea no le permitía a Beltran, que es ciudadana estadounidense, presentar su solicitud porque su madre, que no lo es, no tiene número de Seguro Social. Intentaron utilizar su número de identificación del contribuyente (TIN, por sus siglas en inglés), pero recibieron un mensaje de error. Tampoco funcionó dejar el espacio en blanco. La madre de Beltrán faltó al trabajo para pedir ayuda en el Future Center de la escuela, pero tampoco funcionó. Finalmente, enviaron por correo una versión en papel.

Cuando pasó el 1 de mayo sin que recibiera ninguna oferta de ayuda —ni siquiera una indicación de que se hubiera recibido su FAFSA— Beltrán decidió renunciar a estudiar en las universidades que le exigirían pagar alojamiento y un plan de comidas. Si iba a la cercana Universidad Estatal de San Francisco, vivir en casa significa no tener que pedirle a su madre que se endeude.

“Quiero ir a San José, pero no quiero hacerle eso a ella”, dijo Beltrán entre lágrimas en abril. “Pienso mucho en eso durante las clases. Durante toda la jornada escolar, está en el fondo de mi cabeza”.

Ha tenido problemas para dormir.

Su compañero de clase Josué Hernández también perdió el sueño por problemas con FAFSA. Dice que le tomó cerca de un mes y dos intentos subir las identificaciones de sus padres indocumentados. Una vez que lo hizo, tardó unas tres semanas en procesarse. El estudiante de último año de secundaria, que fue aceptado en 16 escuelas, dice que pensó: “Fueron 12 años de trabajo duro y finalmente entré, pero tal vez ni siquiera pueda ir”.

La otra esperanza de Hernández eran las becas. Así que redujo sus horas en un trabajo extraescolar para trabajar en las solicitudes, y luego se quedó hasta tarde para hacer los deberes que había dejado de lado. La mayor parte de sus ratos libres, incluyendo la hora del almuerzo, los pasaba pensando en cómo pagar la universidad.

“Finalmente, la Universidad de California, Berkeley, le dijo que su FAFSA había sido aprobada y que la ayuda financiera pagaría casi todo. El Programa de Honores SEED Scholars probablemente se haría cargo del resto.

“Por fin”, dijo.

No fue así para Alessandro Mejía. Como alumno de último año de la exigente Academia de Diseño de Juegos de la Secundaria Balboa, tiene los conocimientos de programación necesarios para especializarse en informática en una de las universidades de cuatro años a las que ha accedido.

“La universidad es mi primera opción”, dice Mejía, pero hacer que funcione económicamente “sería mucho más duro para nuestra familia”.

Se planteó estudiar un oficio: “Ser electricista o mecánico de automóviles no parece tan malo”.

Sobre abandonar una carrera tecnológica, dice: “Estoy un poco frustrado, pero siento que desarrollé una buena ética de trabajo en la escuela, así que... no es completamente un desperdicio”.

La consejera escolar Katherine Valle negó con la cabeza mientras escuchaba a Mejía. La Academia de Diseño de Juegos, dice, “es nuestro camino más difícil, y no tenemos muchos varones latinos en ella. Saber que hizo eso y que va a acabar siendo mecánico es simplemente...”.

Con menos de una semana de sobra, Mejía se enteró de que su FAFSA había sido finalmente procesada, y se comprometió con San Francisco State.

Para Beltrán, sin embargo, la fecha límite del 15 de mayo pasó, y ella estaba “todavía esperando que mi FAFSA llegara” y no había presentado una intención de inscribirse.

Zion Wilson, working on a form at her desk, says the FAFSA delays gave her time in which to decide against going to college, as she originally had planned. She got in to several universities but decided instead to study information technology as a trainee through Grads2Careers, a Baltimore program.

Zion Wilson dice que los retrasos en la FAFSA le dieron tiempo para decidir no ir a la universidad, como había planeado originalmente. Ingresó en varias universidades, pero decidió estudiar tecnología de la información en prácticas a través de Grads2Careers, un programa de Baltimore.

Kavitha Cardoza | The Hechinger Report

EN BALTIMORE, UN RETRASO BIENVENIDO

Por Kavitha Cardoza | The Hechinger Report

Para Zion Wilson y Camryn Carter, estudiantes de último año de la Academy for College and Career Exploration en Baltimore, los retrasos y la necesidad de tratar constantemente de iniciar sesión en las cuentas FAFSA que se congelaban eran frustrantes. Pero ambos estudiantes se sintieron aliviados de que los problemas con los formularios significaran que sus plazos de admisión a la universidad se retrasaran.

“Lo último que quería era tomar una decisión apresurada”, dice Wilson, de 17 años. “Sentí que el retraso de la FAFSA me dio más oportunidad de decidir lo que realmente quería hacer”.

Había solicitado programas de informática en varias universidades, pero le ponía nerviosa pedir préstamos. Aunque el Baltimore City Community College sería gratuito para ella, le preocupaba no tener suficiente dinero para los gastos a menos que trabajara.

Wilson fue admitida en sus tres mejores opciones: BCCC, University of Maryland Eastern Shore y Coppin State University. Sin embargo, a pesar de las becas, decidió no matricularse y entrar directamente en el mercado laboral a través de un programa llamado Grads2Careers, en el que recibirá formación en tecnología de la información.
“Me pareció que podía hacer exactamente lo mismo que haría si fuera a la universidad, pero que podía empezar ahora en lugar de esperar dos años”, dijo Wilson.

Su compañero Carter, de 18 años, es un estudiante serio que también forma parte de los equipos de béisbol, lucha libre y atletismo de la escuela. Dice que nunca se ha desviado de su decisión infantil de estudiar biología, que comenzó cuando tenía unos 4 años y su abuela sintonizó el canal National Geographic en la televisión.

“Yo le dije, ‘para, déjale alli’”, dijo, recordando que vio un video de un león atacando a una cebra.

Carter se quedó enganchado. Empezó a ver el canal todos los días.

“Me enamoré de las hormigas, de los ecosistemas”, dice. “Eso despertó mi interés por la biología”.

Carter solicitó plaza en 14 universidades. Dice que llenar los formularios fue un reto porque el retraso en la publicación de la FAFSA significaba que lo hacía mientras cursaba una exigente carga de asignaturas, incluyendo clases del Programa de Colocación Avanzada (AP, por sus siglas en inglés) en literatura y cálculo.

“Llevaba mucho tiempo y mucho trabajo, con muchas redacciones y muchos deberes”, dice.
Pero el retraso de FAFSA también significó que su madre tuvo más tiempo para completar el formulario. Como él es el mayor de cuatro hermanos, ella no había tenido que llenar antes un formulario como éste, en el que se pide mucha información personal, incluyendo datos fiscales.
“Mi madre lo pasaba por alto”, dice. “Pero yo le decía: ‘No, tienes que hacerlo de verdad porque es para mi futuro. Si no lo haces, tendré muchas deudas’. Así que le decía que por favor lo hiciera”.

Lo hizo, pero Carter dice que probablemente no lo hubiera podido hacer sin el retraso.

Carter consiguió entrar en la universidad de sus sueños, la University of Maryland, College Park, con una beca completa que incluye matrícula, manutención y alojamiento. Su segunda opción, McDaniel College, también le ofreció una generosa beca, pero dice que aun así habría tenido que pagar $6,000 al año.

“Sin duda, el dinero fue un factor importante”, afirma.

Camryn Carter, working on a form at a desk with his laptop open, got in to the University of Maryland, College Park with a full scholarship that includes tuition, meals and accommodation. Which was great not only because it's his dream school but also because his second choice for college also accepted him but, even with a scholarship, he would have had to pay $6,000 a year to go there. “Definitely, money was a big factor,” he says.

Camryn Carter ingresó en la Universidad de Maryland, College Park, con una beca completa que incluye matrícula, manutención y alojamiento. Lo cual fue estupendo no sólo porque es la universidad de sus sueños, sino también porque su segunda opción universitaria también le aceptó pero, incluso con beca, habría tenido que pagar $6,000 al año para ir allí. “Definitivamente, el dinero fue un factor importante”, afirmó.

| The Hechinger Report

EN CAROLINA DEL SUR, ‘EL JUEGO DE LA ESPERA’

Por Ariel Gilreath | The Hechinger Report

Las hermanas Chylicia y Chy’Kyla Henderson trabajaron duro para graduarse antes de tiempo en el Eastside High School de Greenville, Carolina del Sur.

Llenaron sus horarios y también tomaron clases virtuales, para que Chylicia, ahora de 18 años, pudiera terminar la escuela un semestre antes y Chy’Kyla, de 17 años, pudiera graduarse después de su tercer año. Ambas quieren ir a la universidad, pero necesitan ayuda económica.

Nichole Henderson dice que el estrés de tratar de llenar los formularios FAFSA para sus hijas la llevó a llevarlas a ellas y a otras dos estudiantes de último año que conocía de un taller de FAFSA en una universidad en abril. Sin embargo, incluso con ayuda, los formularios le resultaron confusos. El de Chylicia pedía la información fiscal de Nichole, dice, pero el de Chy’Kyla no.

“Como madre, es estresante”, dice Henderson.

Chylicia está pensando en estudiar enfermería o trabajo social y se inclina por empezar en el Greenville Technical College, un colegio comunitario. El centro le envió un correo electrónico diciendo que necesitaba más información sobre su solicitud de ayuda económica. Dice que no estaba claro si se trataba del formulario FAFSA o de otra cosa.

Entonces, el 8 de mayo, recibió un correo electrónico del programa South Carolina Tuition Grants, que proporciona hasta $4,800 en becas basadas en la necesidad, diciendo que estaba provisionalmente aprobada para la cantidad total. Sin embargo, aún no ha resuelto los trámites en el Greenville Technical College, por lo que todavía no está segura de poder ir allí.

La familia teme que a Chy’Kyla le ocurra lo mismo. Al igual que su hermana, está pensando en empezar en un colegio comunitario. A principios de este mes, no había recibido noticias sobre ayudas económicas de ningún centro ni sobre programas de becas basados en las necesidades.

“Estamos a la espera”, comentó su madre.

Este reportaje ha sido elaborado por The Hechinger Report, organización de noticias independiente y sin fines de lucro centrada en la desigualdad y la innovación en la educación.

Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago

The Latest
It’s not just the losing. It’s the way they’re losing. Missing the cutoff man, committing balks, blowing 5-1 leads on consecutive nights against the Cubs.
Some business owners are helping to fill the gaps in communities that don’t have a chain coffee shop offering specialty drinks and food.
Police found the man, 44, with multiple gunshot wounds to the body in the 2900 block of South State Street around 10:40 a.m.
The rock legends delivered their greatest hits and more in four-hour summer night celebration.
Larry Neuman was found shot multiple times Thursday in the 4300 block of West Monroe Street.