Migrantes improvisan platillos que les recuerdan a Venezuela

Carmen Ollarves y su marido Tomás Alvarado llegaron a Chicago desde Venezuela hace casi dos años. Para recordar su país, suelen preparar un platillo de pasta inspirado en las comunidades italianas de Venezuela.

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Carmen Ollarves y su esposo Tomás Alvarado, de Venezuela, cocinan pasta mientras su hija Grecia Alvarado, de 3 años, observa en su casa del lado noroeste, el sábado 24 de febrero de 2024. Los dos cocinaron plátanos, pan de ajo y espaguetis, con salsa hecha con pimientos rojos.

Carmen Ollarves y su esposo Tomás Alvarado, que vinieron de Venezuela, cocinan pasta mientras su hija Grecia Alvarado, de 3 años, observa en su casa del lado noroeste, el sábado 24 de febrero de 2024. Los dos cocinaron plátanos, pan de ajo y espaguetis, con salsa hecha con pimientos rojos.

Pat Nabong/Sun-Times

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El sueño de Tomás Alvarado siempre ha sido tener un restaurante.

Tras cruzar la frontera hacia Estados Unidos con su esposa Carmen Ollarves, su hija Grecia, de 3 años, y Luis, el hermano de Ollarves, ese sueño está ahora más al alcance que nunca.

En Venezuela, hubo momentos en los que la pareja luchó por encontrar comida y hacerla rendir.

“Aquí es completamente diferente”, Ollarves dijo. Su marido añadió que su modo de vida en Chicago los hace sentirse millonarios, especialmente por poder tener la nevera llena.

Aunque no pueden encontrar exactamente todo lo necesario para crear un platillo auténtico en Estados Unidos, han improvisado los ingredientes para reproducir comidas que les recuerdan a su hogar.

Un platillo, en particular, es un homenaje a la mezcla de culturas debido a la historia colonial y migratoria italiana en Venezuela: espaguetis con carne picada, plátanos y pan de ajo.

“Por supuesto, con el paso del tiempo los venezolanos le fueron dando su toque”, dice Alvarado. “Pero manteniendo esa mezcla italiana-venezolana, es decir, es algo que se come mucho allá en Venezuela.

“Aquí somos migrantes, ¿no? Los italianos en Venezuela también eran migrantes”.

Alvarado y Ollarves se fueron de Venezuela a Perú en 2018, pero se fueron después de cuatro años de luchar para sobrevivir. La xenofobia también se convirtió en un problema: Los empleadores comenzaron a negarse a contratarlos debido a su nacionalidad.

Empezaron a pensar adónde trasladarse. Pensaron en España y otros países europeos, pero en 2022 decidieron arriesgarse a caminar y hacer autostop por Sudamérica y Centroamérica para llegar a la frontera entre Estados Unidos y Texas.

“Valió la pena”, dijo Alvarado. “La travesía por la selva fue muy tormentosa, no se lo recomiendo a nadie”.

Spaghetti made with bell peppers, plantains and passion fruit juice are served in Carmen Ollarves and Tomás Alvarado’s home on the Northwest Side, Saturday, Feb. 24, 2024. The two cooked plantains, garlic bread and spaghetti, with sauce made with red bell peppers. | Pat Nabong/Sun-Times

En casa de Carmen Ollarves y Tomás Alvarado se sirven espaguetis hechos con pimientos, plátanos y jugo de parcha.

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Forman parte de los más de 7 millones de personas que han abandonado Venezuela desde 2015, cuando el país cayó en una crisis política y económica continua.

Ollarves y Alvarado solían preparar el platillo durante su estancia en Perú para recordar su hogar. Y ahora, el platillo tiene el mismo propósito cuando lo preparan en su apartamento de Portage Park.

Carmen Ollarves, Tomás Alvarado and their daughter Grecia Alvarado, 3, who came from Venezuela, sit at the table for a home-cooked lunch in their home on the Northwest Side, Saturday, Feb. 24, 2024. Ollarves and Alvarado cooked plantains, garlic bread and spaghetti, with sauce made with red bell peppers. | Pat Nabong/Sun-Times

Carmen Ollarves y Tomás Alvarado besan a su hija Grecia Alvarado, de 3 años, durante un almuerzo de espaguetis.

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“Se suele acompañar en Venezuela, más que todo, con queso llanero,” dijo Alvarado, describiendo el queso como duro y salado. No han tenido suerte encontrando un equivalente digno en Chicago, pero el parmesano se parece bastante.

“Hay otro tipo de queso que en Venezuela llaman queso de mano”, dijo Ollarves. “También lo venden aquí, pero no sabe igual, pero por lo menos ayuda en la preparación de la comida”.

Otros venezolanos, tanto en la diáspora estadounidense como en su país, podrían optar por disfrutar del platillo con mayonesa o catsup, también, dijo Alvarado.

Carmen Ollarves, who came from Venezuela, fries plantains in their home on the Northwest Side, Saturday, Feb. 24, 2024. She and her husband cooked plantains, garlic bread and spaghetti, with sauce made with red bell peppers. | Pat Nabong/Sun-Times

Los plátanos se fríen en la sartén mientras Carmen Ollarves los prepara para el almuerzo.

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En general, los venezolanos utilizan los ingredientes a los que tienen más acceso, haciéndolos a su manera. Alvarado añade pimiento rojo, por ejemplo.

Los plátanos dulces son la quintaesencia del platillo venezolano. Se fríen en aceite y se sirven junto a la pasta, generosamente cubierta de salsa y queso.

Todo ello se acompaña con un gran vaso de jugo de parcha, o parchita.

La parcha fresca puede ser difícil de encontrar en la ciudad, pero los supermercados latinoamericanos como Cermak y Tony’s tienen congeladores llenos de pulpa congelada que se puede derretir y aguar.

Carmen Ollarves, who came from Venezuela, cooks plantains in the home she shared with her husband and daughter on the Northwest Side, Saturday, Feb. 24, 2024. She and her husband cooked plantains, garlic bread and spaghetti, with sauce made with red bell peppers. | Pat Nabong/Sun-Times

Los plátanos fritos Carmen Ollarves son lo que hace que un plato de espaguetis sea únicamente venezolano.

Pat Nabong/Sun-Times

Los elogios que Alvarado recibe por su comida lo llenan de “satisfacción”, pero por ahora sus planes de tener un restaurante están en un segundo plano hasta que él y su familia estén más establecidos.

“Ahorita montar un restaurante no está en mis planes por la tema de la permisología”, dijo, añadiendo que se siente inspirado al ver a familias venezolanas y mexicanas operando con éxito restaurantes en Chicago. "¿Entonces si ellos pudieron, obvio que yo también, no?

Su restaurante ideal sería una carta de amor a todas las cosas que ha aprendido a preparar a lo largo de los años, especialmente durante el viaje familiar por Centroamérica.

Le fascinó la relación de cada país con el maíz y cómo se pueden hacer cosas diferentes con el mismo ingrediente: tortillas en México, por ejemplo.

La pareja acaba de obtener sus permisos de trabajo, por lo que sienten que se les han abierto aún más puertas, especialmente a su hija, que está aprendiendo inglés a un ritmo mayor gracias a su matriculación en una guardería bilingüe.

“Veo que interactúa mucho con los niños. Sí, le hablan en inglés y ella responde”, dice Ollarves. “Sabe mucho... como ya son unas esponjitas ella va aprendiendo.”


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